Los precios de los alimentos se desaceleran, pero siguen subiendo y golpean los bolsillos

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, 10 MARZO 2024.- El gobierno trata de instalar que la inflación -que el INDEC difundirá este martes- se sigue desacelerando.

Si bien el dato es cierto, los precios de rubros claves como alimentos y bebidas no estarían desacelerando todo lo esperado y siguen siendo un desafío para bolsillos que no dan abasto para afrontar la suba de gastos en toda la línea que deben enfrentar los hogares.

Según un informe de la consultora LCG, la primera semana de marzo cerró con una inflación de 3,6% en alimentos y bebidas.

Esto supone una aceleración de 2,3 puntos porcentuales respecto a la semana anterior. Así, la suba promedia 11,9% en las últimas 4 semanas y 12% punta a punta en el mismo período.

Entre los bienes alimenticios con mayores incrementos semanales estuvieron los productos lácteos y huevos (9,4%), frutas (8,82%), comidas listas para llevar (6,52%) y verduras (3,83%).

A 90 días de inicio de su gestión, Javier Milei mantiene un envidiable nivel de aceptación, superior al 55%, sobre todo considerando el contexto de alta inflación, caída de salarios y de ventas. Pero los próximos 90 días serán también altamente desafiantes, porque la economía y el consumo seguirán cayendo. Es decir todavía no se vio lo peor.

No es casualidad que el Presidente haya pedido “paciencia y confianza” en su mensaje de apertura de las sesiones ordinarias en Congreso. El Gobierno tiene claro que aún no se tocó fondo, pero por otra parte la “luna de miel” que caracteriza el inicio de las gestiones de Gobierno se irá esfumando.

Los aumentos de tarifas tendrán un efecto muy fuerte sobre los bolsillos, especialmente de las clases medias. Todavía no llegaron las facturas con los últimos aumentos de la electricidad y están pendientes los incrementos en el gas, mientras se termina de negociar el ajuste del agua.

Además de impactar de manera directa en los presupuestos familiares, estos aumentos también generan una “segunda vuelta” de ajustes. El caso típico es el de las expensas. A su vez, las fábricas y comercios sufrirán un fuerte aumento de los costos que terminará impactando en los precios de los productos que venden.

La suba de las tarifas es impostergable, porque es la manera de bajar los subsidios y mantener el equilibrio fiscal. Para continuar con la baja del riesgo país, la estabilidad cambiaria y la acumulación de reservas, el Gobierno depende de prolongar el buen comportamiento fiscal de enero. Pero a su vez el FMI salió a marcar la cancha: más motosierra y menos licuadora, fue el mensaje de la subdirectora gerente del organismo, Gita Gopinath.

El miércoles pasado, el ministro Luis Caputo convocó a representantes de las principales empresas de alimentos. Les dijo que consideraba que había precios que estaban subiendo demasiados en función de cómo se estaba moviendo el dólar.

Tras el encuentro, Caputo dijo que hubo “coincidencia en que los precios van a seguir bajando y que es importante transparentar el precio real por unidad de los productos de manera que puedan ser capturados apropiadamente por el Indec”.

Caputo considera que muchas empresas aumentaron sus precios previendo que el salto inflacionario sería mayor al que fue. 

“Hoy tienen precios de lista muy altos que la gente no convalida mayormente, y que ya han empezado a bajarlos, pero vía promociones, del tipo 60% de descuento en la segunda unidad o hasta 2×1”, dijo Caputo.

Algo similar opina el presidente Javier Milei, quien dijo que estos descuentos no los capta el Indec por su modalidad de medición por unidad.

El economista Martín Kalos, de la consultora EPyCA, explicó que “los alimentos hace varios meses vienen mostrando una dinámica donde en la primera semana de cada mes se aceleran. Eso tiene que ver con un comportamiento de las empresas que esperan hasta el día 1 de cada mes para mandar listas de precios”.

“En un régimen de alta inflación como el que existe desde hace ya un año y medio o dos, los precios reaccionan a distintas variables, no a una sola”, como el dólar.

Así “en diciembre los alimentos subieron de la mano de la devaluación del dólar oficial, pero en estos meses estamos viendo a las empresas anticiparse a los aumentos planificados en energía, por ejemplo. Además la inflación sigue siendo alta, aunque se desacelere unos puntos en febrero”, señaló Kalos.

A esto hay que agregar que “todavía no hay una competencia de productos importados que aplaque esos aumentos”.

“La inflación de alimentos no puede disociarse de la inflación en general. No se puede ponerle un tope a ciertos precios mientras los demás se aceleran”, agrega el economista.

Kalos explicó que con la devaluación del tipo de cambio oficial en el arranque de la gestión de Milei “hubo aumentos precautorios de parte de muchas empresas que superaron a la inflación de diciembre. Pero con los datos de enero y febrero es difícil pensar que no fueron acomodándose los precios. Hoy el problema es que no venden porque el mercado está deprimido y recurren a ofertas como el 2 x 1 para tener ingresos que les permitan cubrir costos fijos o en algunos casos ganar volumen de ventas”.

Sin embargo, destacó que este recurso de marketing al que hizo referencia Caputo las empresas lo vienen utilizando desde hace años. “No hay evidencia de que ahora haya más niveles de descuentos ni de que el índice no esté reflejando la inflación real”.

Y resaltó que cuestionar al INDEC cuando al inflación escala es una práctica habitual. “También otros gobiernos se quejaban de que el INDEC medía mal, y esto nunca fue cierto, excepto en el período de Guillermo Moreno. Incluso Cavallo y Lavagna publicaron índices paralelos con sus propias mediciones de inflación”.

Según la consultora Equilibra, hay factores puntuales y estacionales que empujan la inflación en marzo.

Uno es el impacto de Semana Santa sobre el consumo de ciertos alimentos como el pescado y el chocolate. En las próximas semanas se sabrá qué ocurrió con los precios en marzo. Por ahora, existe un dato alentador para el gobierno: la inflación porteña fue del 14,1% en febrero, y le da un argumento más a Milei para sostener que el costo de vida subió 15% a nivel nacional.

El malestar de la clase media podría ir en aumento y volverse en contra del Gobierno, algo que tienen bien claro en el círculo íntimo del Presidente. Pero al mismo tiempo también habrá señales positivas, con las que se buscará consolidar la idea de “la luz al final del túnel”.

La baja de la inflación es central dentro de este esquema y lo que daría sustento a la idea de “aguantar el sacrificio”. Sin embargo, la disminución tampoco será tan rápida. En parte porque hay precios relativos que aún se terminaron de acomodar (tarifas) y en parte porque los ingresos volverán sufrir en caso de reimplantarse la vieja escala de Ganancias.

Milei se mostró optimista sobre el proceso de reducción de la inflación, pero sin dar fechas para volver a un dígito. Algunos economistas creen que esto sucedería en abril. En el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publica el Central, las consultoras que intervienen no son tan optimistas y proyectan que recién se llegue en junio.

El ministro Caputo no pidió un congelamiento o listas de precios como con el kirchnerismo, pero sí que los supermercados transparenten los precios.

En medio de la caída de consumo, empezaron a proliferar ofertas para seducir a los clientes. La más repetida es “el segundo producto con descuento del 80%”. Esto reduce sustancialmente el precio de un yogurt, de una lata de atún o de una gaseosa para el consumidor, pero no es tenido en cuenta por el INDEC para efectuar su medición mensual de inflación.

La decisión del Gobierno de no homologar la paritaria de Camioneros procura evitar que los aumentos salariales excesivos impidan una disminución más rápida de la inflación. Las fabricantes de bebidas le explicaron al equipo económico que un aumento del 45% (entre marzo y abril) necesariamente debe ser trasladado al consumidor para que la ecuación cierre.

Con NA/Infobae