Del “fantástico” aliado de EE.UU. a la posible extradición por narcotráfico: el derrumbe a fuego lento de Juan Orlando Hernández en Honduras

A pesar de ocho años de denuncias de fraude electoral, el deterioro de las condiciones de vida de los hondureños y el doloroso fenómeno de las caravanas migrantes, el punto de quiebre para Washington fue un juicio en Nueva York.

WASHINGTON, EE. UU., 16 FEB 2022.- Del amor al odio pasaron ocho años. La imagen sonriente de Barack Obama cuando le estrechó la mano o los halagos que recibió de Donald Trump son apenas recuerdos para el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, quien se entregó a las autoridades locales para su posible extradición a EE.UU. por cargos de narcotráfico.

Hernández vive ese trance semanas después de haberse quitado la banda presidencial de Honduras, un país que gobernó durante dos períodos consecutivos, a pesar de las denuncias de fraude electoral que fueron convenientemente minimizadas en su momento por Washington.

“No es un momento fácil, a nadie se lo deseo”, se le escuchaba decir en un audio difundido la mañana del martes en sus redes sociales. En ese breve discurso, con una pantalla en negro, dijo que estaba dispuesto a acudir ante el juez que designe la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para llevar su caso. 

Aunque el proceso apenas comienza, el punto actual no es una sorpresa para nadie. El ocaso de la relación con la Casa Blanca empezó hace al menos un par de años, cuando la etiqueta de “narcoestado” empezó a acompañar el nombre de Honduras en Washington, pero no por las recurrentes denuncias de la izquierda en ese país, sino por los testimonios de excapos ante una corte de Nueva York.

El político de la continuidad

La carrera a la presidencia de Juan Orlando Hernández –o JOH, como suelen decirle por el acrónimo de su nombre– empezó como líder del Congreso de Honduras durante el mandato de Porfirio Lobo (2010-2014), con quien compartía militancia en el conservador Partido Nacional de Honduras.

Ese período, marcado por las secuelas del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009 y el gobierno de facto de Roberto Micheletti, sumió a Honduras en el aislamiento internacional, ya que la mayoría de los países del hemisferio exigía la vuelta al poder del mandatario derrocado. Sin embargo, Lobo pudo seguir con las riendas del país por un apoyo clave que llegó directo de la Casa Blanca.

Cuatro años más tarde, el sucesor de Lobo en el cargo fue Hernández (2014-2018). Al conocerse su triunfo por parte del Tribunal Supremo Electoral, cuya validez fue puesta en duda por Xiomara Castro como candidata por el recién fundado partido Libre, EE.UU. lanzó un comunicado para darle un espaldarazo a la gestión del conservador.

“Elogiamos al Gobierno de Honduras por asegurar que el proceso electoral fuera generalmente transparente, pacífico, y que reflejó la voluntad del pueblo hondureño”, dijo el entonces Secretario de Estado, John Kerry.