Recesión y tasas altas: El análisis de Martín Rapetti

Buenos Aires, 23 de agosto de 2025.- Durante su participación en el canal Contexto Económico, el analista Martín Rapetti desglosó la compleja situación macroeconómica del país. En su diagnóstico, señala que, si bien el ajuste fiscal inicial fue un acierto que contribuyó a reducir el riesgo país, la estrategia cambiaria y el uso de tasas de interés insostenibles han generado nuevos desequilibrios, llevando a la economía a una fase recesiva y deteriorando rápidamente los indicadores sociales.

Para contener la presión sobre la moneda, la herramienta elegida fue un aumento agresivo de las tasas de interés. Rapetti advierte que el nivel alcanzado —con tasas reales positivas exorbitantes— resulta insostenible para cualquier actividad económica, tanto para las empresas como, crucialmente, para las cuentas públicas. El Tesoro está emitiendo deuda a un costo que ya le supone un gasto adicional de aproximadamente 0,13 puntos del PIB, un costo fiscal que sigue creciendo con cada licitación.

Este shock de tasas altas se produce en un contexto económico ya debilitado. Rapetti subraya que la actividad comenzó a desacelerarse fuertemente a principios de año, se estancó y, desde abril, muestra una clara contracción que se habría profundizado en julio. Todos los sectores —industria, comercio, e incluso energía, con un leve freno en Vaca Muerta— reportan dificultades, con volúmenes de ventas a la baja y márgenes comprometidos.

El análisis sobre la mora y el impacto social

Esta dinámica recesiva, potenciada por el crédito prohibitivo, aumenta el riesgo de cierres de plantas y despidos. Rapetti pone el foco en un dato crucial: ya se están observando problemas financieros concretos en los hogares y las empresas. Al analizar los datos bancarios, se observa un aumento muy fuerte en los niveles de morosidad, particularmente en los productos de consumo masivo. “Sobre todo en las familias, las tarjetas de crédito y los préstamos personales han mostrado un fuerte incremento en la mora”, señala.

Aclara que, si bien los niveles absolutos de mora aún no son los más elevados históricamente, lo que realmente preocupa es la velocidad con la que está empeorando la capacidad de pago de las personas. Este deterioro acelerado del tejido social y productivo crea un combo peligroso desde el punto de vista de la actividad, los ingresos y el empleo, lo que no conforma necesariamente el mejor escenario para un proceso electoral, aun considerando los avances en estabilización macroeconómica.

Frente a este panorama, Rapetti cuestiona el optimismo oficial respecto a la fase post-electoral. El equipo económico espera que un triunfo contundente disipe las incertidumbres, permita reducir las tasas y atraiga una avalancha de inversiones. Sin embargo, Rapetti es más cauto. Argumenta que, incluso en el mejor de los casos, es improbable que un resultado elimine al kirchnerismo o consolide una oposición unificada con suficiente confianza para los mercados. Un gobierno con un tercio de los escaños, dependiente del veto presidencial y acechado por internas y acusaciones de corrupción, no necesariamente generará la confianza suficiente para que el riesgo país se desplome y se logre financiamiento espontáneo.

Su conclusión es que, aunque los logros en materia de inflación, normalización cambiaria y ajuste fiscal son evidentes, el horizonte para 2026 está lejos de estar despejado. Persisten nubes e incógnitas significativas: un sector real en recesión, un creciente costo fiscal por el pago de intereses, un deterioro acelerado de los indicadores de morosidad y la necesidad de reformas estructurales para las cuales el gobierno no cuenta con un respaldo legislativo sólido. El camino hacia la estabilidad definitiva, lejos de allanarse tras las elecciones, se presenta aún como un desafío complicado.

Escenarios electorales y la fragmentación política

Al evaluar los posibles resultados electorales de octubre, Rapetti expresó escepticismo respecto a la posibilidad de consolidarse un escenario de amplio consenso político. “Si las encuestas son correctas y reflejan algo similar a lo sucedido en 2023, no veo un gobierno alcanzando el 50% o 48% de los votos, ni al kirchnerismo reducido a márgenes marginales”, señaló. Para él, el panorama más probable es el de una fragmentación: un oficialismo que gana, pero sin una victoria arrolladora, un kirchnerismo en declive, pero no anulado, y una oposición que no logra constituirse en una alternativa clara y confiable para los mercados.

Este contexto, lejos de disipar las incertidumbres, las prolongaría. “No me queda claro que, tras las elecciones, el riesgo país se desplome y llegue una avalancha de inversiones”, afirmó. Subrayó que, en el mejor de los casos, el gobierno contaría con un tercio de los escaños, lo que lo obligaría a depender de vetos y decretos para gobernar, lo que no transmitiría una imagen de solidez ni consenso institucional.

Tensiones internas y el impacto fiscal de las altas tasas

Este panorama se ve agravado por las tensiones internas dentro del oficialismo. Rapetti alertó sobre “internas aparentemente muy fuertes” y casos de corrupción que vinculan a funcionarios de alto rango, lo cual debilita aún más la credibilidad del gobierno. Aunque recordó que, históricamente, la sociedad tiende a pasar por alto la corrupción en contextos de bonanza económica, subrayó: “Pero no estamos en una economía en la que estemos nadando en holgura, y no todo está siendo bien manejado. Lo que estamos viendo es que la gente no está bien”.

Consultado específicamente sobre el impacto fiscal de la política de altas tasas de interés, Rapetti cuantificó el problema: las licitaciones del Tesoro a tasas del 60-70% implican un costo adicional de 1,3 billones de pesos, aproximadamente 0,13% del PIB. “Y vienen más licitaciones con tasas muy altas”, advirtió, señalando que esta no es una herramienta gratuita. Si bien reconoció que la deuda en dólares se ha reducido, destacó que la deuda en pesos “ha aumentado significativamente en todo este año y medio”. Al evaluar la situación de financiamiento del gobierno de manera unificada, sin segmentar entre pesos y dólares como suele hacerse bajo el cepo, concluyó que “la necesidad de financiamiento no es menor”.

Finalmente, Rapetti enumeró los logros innegables de la gestión: la disminución de la inflación, la normalización del mercado cambiario y la corrección fiscal. Sin embargo, insistió en que el futuro inmediato está lejos de ser claro: “No es un cielo despejado con un sol radiante; hay nubes”. Su pronóstico para 2026 es de extrema cautela. Sostuvo que será un año “trabajoso” y “complicado”, que requerirá reformas estructurales para las cuales el gobierno no cuenta con el capital político necesario en el Congreso. “Los mercados querrán ver que se aprueban reformas importantes para seguir comprometiéndose con el país, y eso no será fácil”, concluyó, enfatizando que el camino post-electoral será más arduo de lo que el gobierno presume.