Tras la derrota, Milei enfrenta presión por cambios clave

Fotografía de archivo que muestra personas en el interior de un colegio electoral participando durante las elecciones en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Buenos Aires, 8 de septiembre de 2025.- La derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires marcó un punto de inflexión para el Gobierno de Javier Milei. La coalición opositora Fuerza Patria, integrada por diversos sectores del peronismo, se impuso con contundencia en las elecciones legislativas provinciales realizadas el domingo. El resultado fue categórico: seis de las ocho secciones electorales quedaron en manos del peronismo, incluyendo los dos distritos más poblados del país.

Con el 96,33 % de las mesas escrutadas, la alianza opositora obtuvo el 47,28 % de los votos, frente al 33,71 % que logró La Libertad Avanza. En tanto, Somos Buenos Aires alcanzó un 5,26 % y el Frente de Izquierda Unidad, un 4,37 %. La participación fue del 63 %, una cifra inferior a la registrada en elecciones legislativas anteriores —71 % en 2021 y 77 % en 2017—, aunque superior a lo anticipado, considerando que en esta oportunidad los comicios no coincidieron con las elecciones nacionales, lo que hacía prever una abstención mayor.

Los intendentes cobraron protagonismo decisivo en esta elección. Movilizaron votantes, pusieron en marcha sus recursos territoriales y, en algunos casos, encabezaron las listas. El poder local fue determinante y se convirtió en el eje de la campaña. En 85 de los 135 municipios bonaerenses, resultó ganadora la lista impulsada por el jefe comunal, fortaleciendo aún más el perfil territorial del peronismo.

En distritos clave del conurbano bonaerense, el oficialismo local arrasó. En La Matanza, Fernando Espinoza se impuso con el 56 % de los votos; en Quilmes, Mayra Mendoza obtuvo el 48 %, mientras que en Ensenada y Almirante Brown, el respaldo a los candidatos alineados con el peronismo superó por más de 15 puntos a La Libertad Avanza. En estos casos, la participación rondó el 65 %, mostrando una movilización superior al promedio provincial. La tendencia se consolidó pasadas las seis de la tarde y, a medida que avanzaba el escrutinio, se tornó irreversible.

El gobernador Axel Kicillof celebró el triunfo con un mensaje enfático. Desde un escenario colmado de dirigentes, calificó el resultado como una “victoria aplastante” y agradeció a quienes considera pilares del espacio político que representa: “Gracias a Sergio Massa, gracias a Cristina, que está injustamente condenada y debería estar en este escenario”. La presencia simbólica de la expresidenta fue reforzada minutos antes con la reproducción de un audio suyo, lo que generó una ovación entre los militantes.

Durante su intervención, Kicillof también resaltó el rol de la ciudadanía y de la militancia, a quienes reconoció como protagonistas centrales del resultado. “Fueron unas elecciones históricamente pacíficas”, remarcó. Al mismo tiempo, renovó su pedido de encuentro con el presidente Javier Milei y dejó entrever su proyección nacional. La contundente victoria en el distrito electoral más relevante del país lo posiciona como una figura clave dentro del arco opositor.

A lo largo de la noche, Kicillof recibió mensajes de felicitación de varios gobernadores que no están alineados con el Gobierno nacional. En su discurso, sostuvo: “Vinimos a demostrar que había otro camino posible y a construir una alternativa. Este es un triunfo de los bonaerenses para todo el país y del peronismo para todos los argentinos y argentinas”. En el plano legislativo provincial, el resultado le permite recuperar el quórum propio en el Senado y sumar dos bancas en Diputados, lo que refuerza su capacidad de gestión.

El respaldo logrado por Kicillof también reactivó las especulaciones sobre su futuro político. Desde su entorno aseguran que este resultado, más allá de consolidar su gestión, abre un nuevo ciclo en la estrategia del peronismo con miras a 2027. En ese marco, el gobernador destacó el esfuerzo de los principales referentes de su espacio: “Esto es producto de la unidad. Gracias a Cristina, a Sergio, a Máximo. Con una sola boleta, le pusimos un freno a Milei, y acá estamos”.

Mientras tanto, en el entorno presidencial la reacción fue de impacto y tensión. Javier Milei y su hermana Karina, camino al búnker de La Libertad Avanza en Gonnet, ya eran conscientes de la magnitud de la derrota. “El resultado fue mucho peor de lo que creíamos”, admitió un asesor del entorno cercano al jefe de Estado. La distancia de 13 puntos frente al peronismo dejó en evidencia un rechazo más profundo que el anticipado.

En ese clima, Milei se reunió con Karina y con su principal estratega, Santiago Caputo, en un encuentro cerrado. El trío que concentra el núcleo de decisiones del Gobierno definió la línea discursiva para enfrentar el revés. Desde el escenario, el presidente admitió el llamado de atención recibido en las urnas y anticipó una revisión interna. “Esto va a dar lugar a un profundo análisis y una profunda autocrítica. Lo que nos equivocamos, lo vamos a corregir. No hay opción de repetir errores”, expresó ante la dirigencia de su espacio.

Acompañaron al mandatario varios miembros del gabinete, entre ellos, Federico Sturzenegger, Patricia Bullrich, Luis Petri, Mariano Cúneo Libarona y María Ibarzábal. También estuvo presente Martín Menem, titular de la Cámara de Diputados. Sin embargo, llamó la atención el trato distante del presidente hacia él: lo saludó con un apretón de manos sin mirarlo, a diferencia del afectuoso abrazo que dedicó al resto de los funcionarios.

Dos ausencias resultaron particularmente llamativas: el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Francos había anticipado que no asistiría por motivos personales, pero su ausencia en una noche crítica no pasó desapercibida. Tampoco estuvo presente Luis Caputo, a pesar del momento delicado que atraviesa el frente económico. La falta de ambos alimentó las especulaciones sobre posibles tensiones internas y el margen real de maniobra del presidente para introducir cambios.

Dentro del oficialismo, el resultado electoral desató un debate profundo. Lo que en un primer momento se pensó como una señal para introducir ajustes menores en el equipo de campaña, rápidamente se transformó en un reclamo estructural. Crece el temor al efecto “boleto picado”, que podría debilitar la credibilidad de la gestión y provocar una respuesta negativa de los mercados. “El principal tema ahora son los mercados. Hay que dejar de hablar de la interna y repensar toda la estrategia política, si no estamos en un problema”, sostuvo un asesor que trabaja a diario en la Casa Rosada.

A pesar de los gestos de apertura, Milei ratificó públicamente el rumbo del Gobierno. “No se retrocede ni un minuto en la política del Gobierno. El rumbo se reconfirma y lo vamos a acelerar más. No estamos dispuestos a entregar el modelo. Vamos a continuar abrazando las ideas de la libertad. Todos a trabajar mañana, que hay que sacar a un país adelante”, enfatizó.

Sin embargo, hacia dentro del oficialismo, los cuestionamientos aumentaron. La presión por un recambio de figuras ya no proviene solo de voces externas. Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan” y uno de los influencers libertarios más visibles, expresó su descontento de manera directa en redes sociales. “DT ordene ya el equipo. Acá seguiremos bancando hasta el final. Pero ordene ya el equipo. Ordene el equipo y venceremos”, escribió en su cuenta de X. En privado, advirtió que actuará como “átomo suelto” y sin responder a la Casa Rosada, tras su último cruce mediático con Francos.

La tensión interna dentro de La Libertad Avanza se volvió evidente. Las diferencias entre las dos principales líneas del oficialismo —una que responde a Santiago Caputo y otra liderada por Karina Milei y los Menem— se profundizaron tras la derrota. Los pases de factura fueron inevitables. Desde el sector vinculado a Caputo se lanzaron críticas duras hacia la conducción política en Buenos Aires, particularmente contra Sebastián Pareja, referente libertario en la provincia y responsable de la estrategia electoral en el distrito clave.

Un colaborador cercano a Caputo sintetizó el malestar: “La interna fue el resultado de diferencias de visión fundamentales. Con la estrategia en las provincias se detonaron los acuerdos en el Congreso. Eso generó mayor inestabilidad y complicó los resultados económicos. Hubo que subir la tasa y enfriar la economía. Y sobre eso tuviste el AndisGate”.

Pareja intentó contener la situación con un discurso que, lejos de apaciguar, generó mayor rechazo dentro del oficialismo. “Sabíamos que nos enfrentábamos al bastión del kirchnerismo. El aparato es muy fuerte”, afirmó. Sin embargo, su llamado a “no torcer el rumbo por una derrota electoral” fue leído como un intento de minimizar el golpe político.

Desde el PRO, las críticas no se hicieron esperar. “Espero que haya cambios en serio”, expresó un dirigente de peso en la provincia. “Nosotros pusimos la cara, pero no nos dieron bola en la estrategia de campaña”, agregó, reflejando el malestar de los aliados que se sintieron marginados de las decisiones centrales.

El mensaje de las urnas, contundente y con implicancias profundas, pone al Gobierno frente a un dilema: sostener el rumbo sin atender la presión interna podría provocar un mayor desgaste político e institucional. Por el contrario, avanzar hacia una reorganización que incluya cambios reales en el equipo y en la forma de gobernar podría ofrecer al oficialismo una oportunidad de recomponer su vínculo con la ciudadanía y recuperar credibilidad en el frente político y económico.

Las próximas semanas serán clave. La reacción de los mercados, el manejo del conflicto interno y la eventual capacidad de adaptación marcarán el rumbo del oficialismo de cara a octubre. El resultado bonaerense no solo encendió las alarmas: redefinió por completo el mapa político.