
Buenos Aires, 26 de agosto de 2025.- En una entrevista con La Gaceta Central, el economista Gustavo Wallberg ofreció una lectura clara sobre el actual contexto económico argentino, atravesado por decisiones oficiales que apuntan a contener la inflación y estabilizar el dólar, a costa de enfriar la economía real.
Para Wallberg, las últimas medidas adoptadas por el Gobierno, como el aumento del encaje bancario y de las tasas de interés, tienen un objetivo inmediato: absorber pesos del sistema para reducir la presión sobre el dólar y sostener la expectativa de una inflación a la baja, principal bandera de la actual administración.
El incremento del encaje, explicó el economista, restringe la cantidad de dinero que los bancos pueden prestar. Esto limita el acceso al crédito, reduce el consumo y frena la expansión del dinero en circulación. Esa contracción monetaria se complementa con tasas de interés más altas, lo que encarece el financiamiento y vuelve más atractiva la tenencia de pesos. Así, el Gobierno busca desincentivar la compra de dólares y consolidar su programa de equilibrio fiscal, considerado clave para mantener la inflación bajo control.
Aunque se trata de medidas que remiten a estrategias ya aplicadas durante la gestión de Sergio Massa, Wallberg advierte que el actual contexto político es muy distinto. Con un oficialismo que aún no consolidó poder legislativo, cualquier señal de debilidad o retroceso electoral genera un efecto directo en los mercados: suba del dólar, caída de activos y mayor volatilidad financiera. En ese sentido, los resultados de las elecciones provinciales de septiembre —especialmente en Buenos Aires— y el clima político que anticipa las legislativas de octubre adquieren un peso determinante sobre el rumbo económico.
Esa incertidumbre política ya se refleja en el mercado. Según datos recopilados por iProfesional, el riesgo país saltó este martes un 8 % y alcanzó los 829 puntos básicos, su nivel más alto desde abril. La reacción responde a una combinación de factores: desde las filtraciones telefónicas que afectaron a funcionarios de la Agencia Nacional de Discapacidad, hasta el nuevo salto del dólar y el encarecimiento del crédito, con tasas que ya superan el 60 % anual. En este entorno, los analistas ven un deterioro generalizado de los activos argentinos.
Juan Diedrichs, de Capital Markets, describió el clima político como un “cisne negro” que potencia la aversión al riesgo. Gustavo Neffa, de RfT, explicó a El Economista que el alza del riesgo país no es una causa en sí misma, sino la consecuencia de una caída en los bonos, que amplía el spread con los títulos sin riesgo. Pablo Repetto, de Aurum, agregó que las condiciones ya eran complicadas para los activos locales antes de este episodio, pero el escándalo político intensificó el mal clima. Según su análisis, los bonos soberanos largos en dólares —como GD35 o GD41— y las acciones bancarias están entre los más vulnerables.
Los analistas coinciden en que hasta que se disipen las tensiones electorales, la volatilidad persistirá. La provincia de Buenos Aires se presenta como un test clave. Si el oficialismo logra evitar una derrota contundente, podría recuperar algo de previsibilidad. De lo contrario, el nerviosismo se mantendrá. José Bano apunta que los bonos en dólares de corto plazo —como AL29 o GD30— ofrecen rendimientos más estables en este contexto, mientras que los de largo plazo enfrentan mayor volatilidad y riesgo de pérdida.
En paralelo, algunos inversores comienzan a mirar el sector energético como refugio, gracias a sus ingresos dolarizados y al potencial exportador de Vaca Muerta. Vista, Pampa y YPF aparecen como opciones sólidas con valuaciones atractivas. Esteban Castro, de Inv.est, también sugiere bonos Badlar y obligaciones negociables en dólares bajo ley extranjera como alternativas de cobertura mientras dure la incertidumbre política.
Para Wallberg, todo indica que los efectos de esta política económica contractiva recién podrán revertirse una vez superado el calendario electoral. El consumo podría reaccionar rápidamente si se reduce el costo del crédito. Pero la inversión, señala, necesita algo más: estabilidad política, previsibilidad y una expectativa clara de continuidad del programa económico. Mientras eso no ocurra, el mercado seguirá actuando con cautela.