
28 de junio de 2025.- Al menos 14 soldados paquistaníes murieron este sábado en un atentado suicida con coche bomba en el noroeste del país. La explosión, que dejó además 25 heridos —entre ellos 15 militares y 10 civiles, incluidos niños—, ocurrió en la región tribal de Mir Ali, en el distrito de Waziristán del Norte.
La zona, perteneciente a la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, es uno de los epicentros de la violencia insurgente en Pakistán. Según investigaciones preliminares, los atacantes utilizaron 800 kilogramos de explosivos, causando destrucción en viviendas y pánico entre la población.
El ataque se produjo pese a un toque de queda vigente en el distrito, implementado para reforzar la seguridad. Inicialmente, el grupo talibán Hafiz Gul Bahadur —una facción escindida del movimiento insurgente paquistaní— se atribuyó la autoría. Sin embargo, horas después, el Ejército de Pakistán responsabilizó a India, acusándola de orquestar el atentado a través de la milicia Fitna al Khawarij, a la que calificó como “títere” de Nueva Delhi.
El mariscal de campo Asim Munir, jefe del Ejército paquistaní, advirtió que cualquier amenaza a la estabilidad del país recibiría una respuesta “contundente y decisiva”.
Contexto de la violencia
Khyber Pakhtunkhwa, escenario del ataque, es una región donde operan múltiples grupos islamistas, muchos con bases en la frontera con Afganistán. Pakistán acusa a Kabul de dar refugio a estos militantes, una afirmación que el gobierno talibán afgano rechaza.
Según analistas, Hafiz Gul Bahadur —responsable del atentado— es incluso más violento que los talibanes paquistaníes. Estos grupos llevan años librando una guerra insurgente contra el Estado, con el objetivo de imponer su propio sistema de gobierno islámico.
El Ejército paquistaní, blanco frecuente de estos ataques, ha lanzado reiteradas operaciones contra los insurgentes. No obstante, la violencia persiste, evidenciando los desafíos de seguridad en la región.
Con France24, Reuters, EFE y AP