
Buenos Aires, 4 de junio de 2025.- La tranquilidad matutina en la ciudad de Tres Arroyos, en la zona costera sur de la provincia de Buenos Aires, se quebró para siempre este miércoles cuando Fernando Dellarciprete cometió uno de los crímenes más abominables que recuerde la región. Primero asesinó a su pareja, Rocío Villarreal de 34 años, en su hogar de la calle Larrea. Luego llevó a sus dos hijos -de 3 y 10 años- en su Renault Duster blanco hasta la Ruta 228, donde también acabó con sus vidas, para finalmente quitarse la existencia arrojándose bajo un camión.
La secuencia macabra comenzó a develarse cerca de las 17 horas, cuando familiares preocupados por no obtener respuesta de Rocío llegaron a la vivienda. Lo que encontraron los dejó paralizados: el cuerpo sin vida de la mujer presentaba claras señales de estrangulamiento con un cable de velador. Mientras la policía científica trabajaba en el lugar, el horror se amplificaba a 70 kilómetros de distancia, donde otros efectivos hallaban los cuerpos de los niños junto al vehículo familiar en el kilómetro 69 de la ruta.
Testigos del área relataron a las autoridades los últimos momentos del homicida. Dellarciprete había intentado primero suicidarse estrellando su auto contra un poste. Fracasado este intento, merodeó por campos vecinos pidiendo primero agua, luego un arma. Ante la negativa de los lugareños, eligió el método más dramático: esperó el paso de un camión Mercedes Benz y se arrojó bajo sus ruedas.
Lo que más alarma a los investigadores es la ausencia total de denuncias previas por violencia de género. La pareja mantenía apariencias de normalidad que ocultaban lo que terminó siendo una tragedia anunciada. Las organizaciones de protección a la mujer ya señalan este caso como emblemático de la necesidad de detectar a tiempo las situaciones de riesgo.