
COLOMBIA, 10 FEBRERO 2024.- La noche del 17 de diciembre de 1986 dejó una herida abierta en la historia del periodismo colombiano. Ese día Guillermo Cano, exdirector de El Espectador, fue asesinado por sicarios vinculados al Cartel de Medellín.
En el marco del Día del Periodista y 37 años después, el Estado colombiano pidió perdón por el hecho y reconoció su responsabilidad al no haber protegido el derecho a la vida del periodista. A la ceremonia asistieron la familia, amigos, periodistas y representantes del Gobierno, de la Fundación para la Libertad de Prensa y de la Sociedad Interamericana de Prensa.
El acto de reconocimiento estuvo a cargo del ministro de Justicia, Néstor Osuna, que aseguró: “Todos le fallamos a don Guillermo Cano, a su familia, a El Espectador, a los periodistas”. Además, aseguró que el Estado colombiano “miró para otro lado” y que su asesinato es “inexcusable”.
Uno de los hijos del exdirector de El Espectador, Fernando Cano, tomó la voz de la familia e hizo un recorrido sobre lo que ha pasado con su caso. Se refirió al asesinato de otros periodistas de El Espectador, al abogado que llevaba el caso del exdirector, al amedrentamiento que sufrieron los fiscales y una larga lista de crímenes que se perpetraron por los narcotraficantes del país y que siguen impunes.
La ceremonia se dio en el marco de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que concluyó en 2001 que el Estado colombiano incumplió su obligación de garantizar el derecho a la vida de Guillermo Cano y que tampoco investigó ni juzgó a los responsables. El caso ha estado cargado de impunidad y violencia. Poco se conoce sobre los responsables que ordenaron el asesinato, del que ya se ha confirmado que estuvo detrás el narcotraficante Pablo Escobar. Y luego de dilataciones y negligencias, el acto de perdón que se había establecido hace más de dos décadas llegó solo hasta este viernes.
“Después del perentorio pronunciamiento, no produjo ninguna comunicación oficial hacia Colombia, no preguntó nada, no adelantó ningún oficio ante los gobiernos nacionales que se fueron eligiendo o reeligiendo”, aseguró Cano, que señaló una serie de omisiones por parte de la CIDH y también por parte del Estado colombiano. Todas estas llevaron a que el acto de reconocimiento se tardara 22 años en llegar después del pronunciamiento de la corte.
Fernando Cano aseguró que él, sus hermanos, su madre, Ana María Busquets de Cano, sus nietos y sus bisnietos, aceptan “la manifestación pública del Estado Colombiano”. Pero, manifestó que: “Con el mismo amor y optimismo por el país que le aprendimos a Guillermo Cano Isaza, que esperamos que este acto no sea el de clausura de un proceso, sino más bien el paso inicial para devolverles a las familias de tantos periodistas, de tantos magistrados, de tantos jueces, de tantos militares, de tantos colombianos, en fin, la merecida memoria de sus seres queridos”.
“Seguimos soñando, como Don Guillermo Cano Isaza, en una Colombia con mayúsculas”, concluyó.
Unas palabras con las que hizo referencia a la labor que tuvo el exdirector de El Espectador, que dedicó buena parte de su vida a investigar y denunciar las acciones que llevaban a cabo los principales carteles narcotraficantes del país. Una labor por la cual tanto él como todo el periódico fueron amenazados.
Un hostigamiento que tuvo implicaciones directas en el funcionamiento de El Espectador, que incluso vio cómo paraba la circulación del periódico en lugares como Medellín, en donde el narcotraficante Pablo Escobar tenía una enorme y poderosa influencia.
A pesar de la persecución, las amenazas de muerte y las diversas presiones, Guillermo Cano siguió indagando sobre el narcotráfico en el país y así también lo hizo el periódico que dirigía. Luego de su asesinato, El Espectador siguió con las pesquisas, a mando de dos de sus hijos, Fernando y Juan Guillermo, que tuvieron que exiliarse, y también por su hermano, Alfonso Cano Isaza.
El periódico sufrió un atentado en 1989, pocos años después de la muerte de su director, en el que buena parte de su recinto quedó destruido. Esto, tal como reconoció Osuna, hizo parte de una serie de acciones que buscaban “borrar” por completo la labor de El Espectador por parte de los grupos narcotraficantes.
A pesar de ello, tal como afirmó su hijo, “El Espectador, y la Familia Cano , a pesar del drama interno que vivían, continuaron la lucha de su director inmolado, no contra los carteles de la droga, como se ha querido dar a entender desde entonces, sino a favor y en defensa de la democracia”.
En su última columna —a la que se refirieron buena parte de las personas que tomaron la palabra en la ceremonia— el exdirector de El Espectador escribió: “Así como hay fenómenos que compulsan el desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta y más próspera”.
Ese, aseguraron los participantes, es gran parte de su gran legado. Hoy, casi cuatro décadas después, el Estado colombiano se comprometió a honrarlo. Y que el caso de Guillermo Cano no se vuelva a repetir.
“No podemos devolverle la vida a Cano, ni a los otros asesinados, pero sí podemos y tenemos que conservar su memoria, y es nuestro compromiso”, sentenció Osuna.
¿Quién fue Guillermo Cano?
Guillermo Cano era un férreo creyente de la libertad de expresión y de la necesidad del periodismo para la democracia de cualquier país. Gran parte de su vida transcurrió en el interior de El Espectador, que había pertenecido a su familia desde 1887. Terminó siendo el director del diario en el que había pasado deambulado gran parte de su infancia. Lo hizo cuando tenía tan solo 27 años.
Desde entonces no abandonó su despacho, ni su máquina de escribir —que este viernes estuvo en el centro de la ceremonia—. Según sus familiares y amigos, Cano era un hombre sencillo, más bien callado, curioso y con un enorme sentido crítico.
Una de sus grandes obras fue su ‘Libreta de Apuntes’, en donde escribía su opinión sobre asuntos diversos de la actualidad colombiana y por la que ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Cano fue asesinado en la misma ciudad en la que nació, Bogotá, cuando tenía 61 años. Un día que el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, detalla en sus memorias:
“Durante casi 40 años, a cualquier hora y desde cualquier parte, cada vez que ocurría algo en Colombia, mi reacción inmediata y certera era llamar a Guillermo Cano por teléfono para que me contara la noticia exacta”. Ese 17 de diciembre de 1986, cuenta García Márquez, “lo único que se me ocurrió entonces, ofuscado por la conmoción, fue el mismo impulso instintivo de siempre: llamar por teléfono a Guillermo Cano para que me contara la noticia completa, y compartir con él la rabia y el dolor de su muerte”.
Aunque su pluma se pausó, su legado no acabó ahí. Su familia, especialmente su esposa, Ana María Busquets de Cano, ha buscado que lo que representó Guillermo en sus vidas no se pierda en el tiempo.
En 1997, se creó el Premio Mundial a la Libertad de Prensa UNESCO/Guillermo Cano, que se entrega cada año a una persona, organización o institución que haya contribuido de forma notable a la defensa o promoción de la libertad de prensa en cualquier lugar del mundo. La reparación económica que establece el acto de este viernes irá destinada para este galardón.
El Estado colombiano también se comprometió a seguir la investigación para esclarecer el crimen a través de la Fiscalía. Además, deberá hacer un documental sobre la violencia que rodeó a El Espectador y sus periodistas. Unos actos para vencer la amnesia y preservar la memoria.
France24, con medios locales