Mayor ofensiva rusa, Kiev resiste

La capital no se rinde. Bombas y misiles contra edificios.

Roma, Italia, 26 Febr. 2022.- “A todas las unidades fue ordenado avanzar en todas las direcciones, en línea con el plan de las operaciones, luego de que Ucrania rechazara participar en el proceso negociador”, amenaza el Kremlin.

Ahora la invasión rusa no tiene límites. Las ofertas de diálogo de Moscú, sinceras o tácticas que estaban en el aire -“no era verdadera diplomacia”, había advertido Washington- no existen más.

“Más de 100.000 invasores están en nuestra tierra”, anuncia dramático el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, que en las redes sociales continúa mostrándose varias veces al día con mensajes y videos para reafirmar su presencia en Kiev, repetidamente puesto en duda por la venenosa propaganda rusa.

Un despliegue monstruoso confirmado asimismo por el Pentágono, según el cual en las últimas 24 horas fueron enviadas decenas de tropas, llamando además a los reservistas.

La batalla por Kiev es cada vez más feroz. Desde la tarde del sábado, y hasta el lunes por la mañana, un toque de queda total transformará la capital en una ciudad fantasma: podrán circular solo los militares y los civiles enrolados con la movilización general de defensa.

“Quien sea encontrado por la calle, será tratado como un enemigo”, avisó el alcalde Vitalij Klitschko, ex púgil que prometió combatir y morir por la patria.

Mientras no se frena la lluvia de misiles también contra los edificios y las arremetidas de artillería, que incluso impactaron en un hospital pediátrico matando a un niño, hiriendo a dos y a dos adultos.

El temor concierne a las infiltraciones de saboteadores enemigos, en una ciudad inmersa en el caos de un éxodo masivo a bordo de los últimos trenes en partida. Según la ACNUR, los refugiados en los países vecinos en 3 días de guerra son más de 150.000, más de la mitad de ellos en Polonia.

Pero la gran fuga toca también a Rumania, con 15 km de fila en la frontera, y luego Hungría, Moldavia y Eslovaquia.

Bratislava habla de 10.000 arribos en 24 horas y advierte que pronto no podrá recibir más.

Ucrania, sin embargo, no se rinde. “Los ocupantes querían bloquear el centro de nuestro Estado y poner sus títeres aquí como en Donetsk. Hemos roto sus planes”, insiste Zelensky, que apela a la resistencia popular y asegura que en breve “llegarán armas de los socios” también europeos, luego de que el presidente estadounidense, Joe Biden, prometió otros 600 millones de dólares en ayuda militar.

El cambio llega de Berlín, donde Olaf Scholz dio vía libre al suministro de miles de armas antitanque y 500 misiles tierra-aire Stinger porque, explica el canciller, esta agresión marca “un cambio trascendental” para Europa.

Bélgica enviará 2.000 ametralladoras y 3.800 toneladas de combustible, mientras en los próximos días deberían llegar nuevas italianas, incluso de carácter militar.

Iniciativas análogas son esperadas del presidente francés, Emmanuel Macron, según el cual “esta guerra durará mucho tiempo”. Mañana, no por casualidad, se reunirán los ministros de Exteriores UE para evaluar el apoyo mediante la activación del European Peace Facility: en sustancia fondos y equipamientos para la defensa de Kiev.

“Facilitaremos la entrega de ayuda militar, Ucrania democrática prevalecerá”, anunció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en un tuit.

La capital permanece, en tanto, bajo asedio, entre sirenas de alarma y edificios derrumbados. Como el edificio residencial afectado por un misil en la noche entre el viernes y el sábado, que Moscú niega, pero que tomó como blanco, asegurando que apunta solo a infraestructuras militares.

Los temores de una guerra sucia crecen, entre juguetes-bomba, artefactos termo báricos y la alarma de inteligencia ucraniana sobre posibles ataques químicos bajo la falsa bandera en Donbás. Y provoca miedo además las fuerzas especiales chechenas enviadas por Ramzan Kadyrov.

Para frenar los suministros rusos, las tropas de Kiev destruyeron diversos nudos ferroviarios en el este. Pero la presión continua con la avanzada de las milicias separatistas de Donetsk y Lugansk, cada día más cerca de soldar los territorios bajo su control con Crimea. Fue destruido un dique que, según Moscú, obstaculizaba la provisión hídrica a la península en discusión, mientras largas columnas de blindados avanzan hacia Kharkiv, cerca del confín.

De acuerdo con Moscú son al menos 821 los objetivos atacados. Se agrava el balance de víctimas ucranianas, con 198 muertos, entre ellos decenas de civiles y al menos 3 niños, y más de mil heridos.

Y entre los decesos se cuentan 6 ciudadanos de origen griego. Mientras Kiev habla de 3.500 enemigos muertos, cifra secamente negada por los rusos.

Siempre más estratégica aparece la batalla naval, con la flota rusa en el Mar Negro que reivindica la destrucción de 6 naves ucranianas, “probablemente guiadas” por drones norteamericanos. Que en aquellas aguas se juega una porción importante del destino de Ucrania es testimonio asimismo del intento de Zelensky de empujar a Erdogan a cerrar los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos a las naves de guerra de Moscú: una hipótesis por ahora negada por Turquía.

Junto a las ayudas militares, y el refuerzo del flanco este de la OTAN con miles de unidades y medios, Occidente continúa trabajando en sus medidas punitivas en el campo financiero, definiendo los contornos de la exclusión de Moscú del sistema Swift para los pagos bancarios internacionales. También porque, comenta Biden, “la alternativa a la imposición de duras sanciones a Rusia sería la tercera guerra mundial”. (ANSA).