BUENOS AIRES. TRES DE FEBRERO: el tránsito por la calle Florida quedó reducido a un solo carril por la gran cantidad de desperdicios. La zona es “tierra de nadie”

BARRIO EL LIBERTADOR, TRES DE FEBRERO, BUENOS AIRES, ARGENTINA, 24 ENE 2022 (Mi Periódico).- Gran cantidad de residuos de todo tipo restringen la circulación vehicular por la calle Florida, entre Puerto Argentino y Dr. Rosella, a un solo carril.

Una y otra vez. El tema parece no tener fin. El vuelco de desperdicios sobre la calle Florida se realiza a toda hora y con total impunidad. “Llegan de todos lados a arrojar residuos”, aseguran los vecinos que por temor prefirieron el anonimato. “Es que la falta de patrullajes provoca que los infractores no tengan miedo a sufrir las consecuencias de su inconducta”. “Y, encima, cuando tratas de impedir el vuelco se dan el lujo de amenazarnos. En muchos casos con armas de fuego”, agregan.

Los vecinos coincidieron en señalar que los patrullajes son escasos. Y la falta de un plan de seguridad es más que evidente. En Tres de Febrero la policía parece ser más retórica que real.

Sin duda, la disuasión policial sí resulta efectiva cuando logra comunicar una mayor certeza de la intervención policial y le hace saber a los infractores que la probabilidad de captura ha aumentado.

Por otro lado, la modalidad de patrullajes por puntos calientes, que debería concentrar los recursos y la atención policial en lugares de alta incidencia delictiva o contravencional, como en este caso, y que fue tan promocionado en la provincia de Buenos Aires, ya no se aplica. No existe.

Si bien es cierto que de tanto en tanto la municipalidad termina retirando los residuos. No es menos cierto que no lo hacen diariamente, y eso provoca la acumulación de desperdicios y el microbasural. Tampoco han implementado una política preventiva para, en definitiva, erradicarlo.

El desorden social en los barrios sino se controla pueden producir delitos más graves.

Y de hecho las pruebas abundan. Ayer por la noche, a 100 metros del microbasural, sobre la calle Dr. Rosella, entre Puerto Argentino y París, un hombre resulto herido de bala; un policía fue golpeado por al menos cinco sujetos, y tuvieron que llegar refuerzos para rescatarlo, y la venta diaria de droga en esas esquinas tiene impunidad total.

Es ahí, es ese lugar, en donde los narcos ejercen el control social informal y territorial de dichos grupos, que se expresa regularmente para referirse al fenómeno de su asentamiento en el entorno y la dominación que ejercen sobre geografía física y humana.

Los narcos articulan su sistema de violencia tanto para generar cohesión interna para sí mismos y frente a sus enemigos, como para ejercer control en el mercado ilícito en el que se mueven.

Incluso incivismos menores, como beber en la calle, las pintadas de grafiti y la rotura de ventanas, pueden escalar a delincuencia más grave porque los futuros delincuentes asumen, con base en estas señales de desorden, que los residentes de esta área son indiferentes a lo que sucede en ella.

Pero, los vecinos de esa zona no son indiferentes y no se cansan de reclamar a las autoridades que pongan punto final, en este caso, al vuelco de desperdicios y erradiquen el microbasural. Al tiempo que, otros, que viven a pocos metros piden el final de la venta de droga a cielo abierto. Todos, de una u otra manera, demuestran estar comprometidos para defender el barrio con el propósito de reducir el desorden y el delito.

Donde hay cohesión y confianza mutua entre vecinos, la probabilidad de que quieran intervenir en aras del bien común es mayor.

Por lo visto la incapacidad de la policía de la jurisdicción para hacer cumplir la ley es total.

No hay políticas de control del delito. Y nadie sabe dónde están los efectivos de la Policía Local Tres de Febrero. Esa fuerza, división ahora, creada por el por entonces gobernador Scioli como policía de proximidad en los municipios provinciales, que en Tres de Febrero brillan por su ausencia.

Es indudable que entender el desorden físico y social en los espacios públicos es esencial para comprender los vecindarios urbanos. Es evidente que los síntomas del declive emiten mensajes, de forma silenciosa pero patente, acerca de los barrios afectados. El desorden desencadena atribuciones y predicciones en la mente de los que viven dentro o fuera, cambiando el cálculo de futuros compradores, agentes inmobiliarios, agentes de seguros e inversores. La extensión del desorden refleja la capacidad de los residentes de mejorar sus vecindarios y puede a la vez afectar a su voluntad de mantener este compromiso.

Ciertamente, el desorden está relacionado con el delito. La metáfora de las ventanas rotas es apta en la medida en que afirma que los síntomas físicos del declive emiten una señal acerca de la reticencia de los residentes a hacer frente a extraños, intervenir si un delito se está produciendo o exigir que la policía intervenga.

La falta de patrullajes efectivos en lugares en donde se vende droga con total impunidad es la muestra de la complicidad entre malos policiales, malos políticos y narcotraficantes. Y esa complicidad esta provocando la favelización de los barrios más vulnerables del partido.

De hecho, el desorden puede ser de más utilidad que el delito para entender determinados fenómenos urbanos preocupantes, como el abandono de los centros urbanos. Ello se debe a que el desorden puede verse, en tanto que el delito en su mayor parte es invisible. No obstante, la afirmación de que el desorden es una causa esencial en el camino hacia la delincuencia grave aún está siendo discutida.

De forma especial, el desorden puede producir un efecto cascada, motivando a las personas a trasladarse fuera del barrio y aumentando con ello la inestabilidad residencial. Y dado que la gente se traslada sólo si tiene los medios para hacerlo, este fenómeno aumentaría la concentración de la pobreza entre los que se quedan. Con el transcurso del tiempo, debido a que la inestabilidad residencial y la concentración de la pobreza se asocian a una eficacia colectiva baja y un alto porcentaje de desorden y delito, este proceso conduciría a más delito y más desorden.