La inflación podría llegar al 100,0%

Por Salvador Di Stefano

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA, 21 ENE 2022.- Durante los últimos 20 años, la economía argentina está inmersa en una dinámica inflacionaria de la cual no puede salir. Desde el año 2005 en adelante, los precios aumentan anualmente a una tasa de dos dígitos, convirtiendo a la inflación en un problema crónico que ningún gobierno puede resolver.

El año 2021 no fue la excepción. Según el último dato informado por el INDEC, a diciembre 2021, la economía argentina acumuló una inflación minorista anual de 50,9%, en línea con proyecciones privadas, pero ampliamente superior al objetivo del 29,0% que se había planteado el gobierno al presentar el Presupuesto Nacional un año atrás. Por su parte, la inflación mayorista también dijo presente mostrando una variación anual de precios internos al por mayor del 51,3%.

A pesar de lo sucedido durante el año 2021, hoy día todas las miradas están puestas en lo que puede llegar a ocurrir a lo largo de todo el año 2022. Según el último informe presentado por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) sobre proyecciones macroeconómicas la inflación anual a diciembre 2022 sería del 54,5% y del 49,8% a diciembre 2023. Estos valores nos demuestran que la variación interanual de precios al consumidor durante este año sería superior al año previo, pero que mostraría una leve baja para el año 2023.

Por su parte, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), presentado a principios de enero por el Banco Central República Argentina, eleva las expectativas inflacionarias, previendo una inflación del 60,4% para el año en curso y del 54,7% para el año 2023. Si bien son valores superiores a los pronosticados por FIEL, ambas previsiones coinciden en que, durante este año, los precios aumentarían a una tasa mayor al año anterior, mientras que dicha tasa de aumento se desaceleraría para el año 2023. Si bien en el REM se informan diversas proyecciones según el percentil de los encuestados, en esta oportunidad se tuvieron en cuenta los valores proyectados por el percentil 90, por haber sido el grupo de analistas cuyas previsiones fueron más certeras a lo largo del año 2021.

Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su tradicional informe de Perspectivas Económicas Mundiales, publicado en octubre 2021, presentó proyecciones de crecimiento de casi todas las economías del mundo. En dicho informe también informaron previsiones relativas a la variación de los precios al consumidor para los mismos países, a excepción de la Argentina. Según detallaron, las expectativas inflacionarias están desancladas en nuestro país, imposibilitando así una correcta previsión. Además, consignaron las dificultades que hubo en el pasado en la confección de las estadísticas y explicaron que los datos no se informan debido a las negociaciones en curso que el organismo mantiene con el país. Argentina es el único país de la región para el cual el FMI no pronostica la variación promedio de los precios. A pesar de no presentar proyecciones para Argentina, el organismo sí estima la variación de precios para otras economías latinoamericanas que muestran dinámicas inflacionarias similares a la de nuestro país, como por ejemplo para Venezuela, economía para la cual proyectan una inflación de 2.000% para el año 2022.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó recientemente un balance preliminar, en el cual presentó un análisis exhaustivo de la situación inflacionaria de las economías de la región a lo largo del año 2021. En dicho informe sintetizaron que, luego de haber alcanzado niveles de inflación históricamente bajos durante 2020 debido al impacto de la pandemia, los países de América Latina y el Caribe han experimentado un incremento de la tasa de inflación en 2021, situación que, sumada a la tendencia de depreciación de sus monedas, crearon un dilema para los gobiernos, porque ocurre en un momento en el cual la región no logra revertir la tendencia de bajo crecimiento.

Al momento de dar a conocer los datos, la CEPAL aclara que Argentina, Haití, Suriname y Venezuela fueron excluidos de los promedios regionales y subregionales por presentar constantemente niveles de inflación ampliamente superiores al resto de las economías de la región.  Si se hubieran tenido en cuenta los datos de dichos países, se hubiera visto afectada la dinámica descripta de la inflación regional. Lo que sí estimó la Comisión para Argentina fue la tasa de crecimiento del PBI para el año en curso, proyectando que la economía argentina podría crecer un 2,2% para el año 2022.

Si bien el gobierno de Alberto Fernández no reconoce que las tasas de inflación este año podrían ubicarse entre el 50% y 60%, sí admite que será mayor al 33,0% presentado en el Presupuesto Nacional, asumiendo que, si bien no sería nada bueno para la economía argentina, podría ser un 40,0%. Con respecto al crecimiento del PBI, sostienen que el producto podría crecer a una tasa anual del 4,5%, contrario a otras proyecciones privadas que estiman un crecimiento del PBI en torno al 2,0%. Incluso están quienes prevén una contracción para la economía durante el año 2022, reconociendo la situación del país durante los años pares, años en los cuales los gobiernos se atreven a realizar ajustes que no hacen durante los años impares, por ser períodos electorales.

Tres serían las razones principales por las cuales todas las proyecciones estiman una inflación elevada para el 2022. En primer lugar, por el aumento esperado de las tarifas de los servicios públicos. Para llegar a un acuerdo, el FMI le exige a la Argentina una reducción del déficit fiscal, y una forma de reducirlo sería eliminando gran parte de los subsidios destinados a los servicios públicos.

Por otro lado, la principal fuente de financiamiento del país seguirá siendo la emisión monetaria, herramienta que desencadena indiscutiblemente una mayor inflación, sumado a un aumento en el precio del dólar informal, ya que los pesos excedentes de la economía terminan yendo a consumo, elevando la demanda, o a la compra de divisa extranjera.

Por último, durante el año 2021, la cotización del tipo de cambio oficial estuvo pisada por el gobierno, quien quiso utilizar este mecanismo como ancla inflacionaria, herramienta que, no solo que no terminó funcionando, sino que generó una brecha cambiaria entre las distintas cotizaciones superior al 100,0%. Debido a que una economía no puede funcionar por mucho tiempo con brechas cambiarias en torno a dichos valores, el gobierno se ve obligado a reducirla. Una forma de hacerlo es interviniendo en la cotización del dólar oficial, elevando su valor a una tasa superior a la inflación mensual. Se espera que eso suceda a lo largo de todo el año, por lo que, indefectiblemente, terminará empujando los precios a la suba.

Sumado a los motivos internos, las principales economías del mundo están experimentando una dinámica inflacionaria a la suba. Si bien organismos como el FMI o la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) consideraban al aumento de la inflación mundial como un evento transitorio, recientemente se vieron en la obligación de reconocer a la inflación como un suceso permanente sobre el cual deberán actuar. Jerome Powell, presidente de la FED, reconoció que la inflación en Estados Unidos era un evento permanente, para lo cual debía tomar medidas al respecto. En primer lugar, aceleraría el retiro de estímulos de la economía americana hasta marzo de este año. Llegado ese momento, analizaría el mercado de trabajo. En caso de que la tasa de desempleo sea inferior al 4,0%, procedería a subir la tasa de interés de corto plazo. Las proyecciones rondan en un aumento hasta el 0,9% a diciembre 2022 y hasta el 2,0% a diciembre 2023. El objetivo es que, para el año 2023, la inflación logre recorrer un sendero bajista, hasta retornar a los valores del 2,0% anual, neutralizando así ambas tasas. En caso de que, llegado marzo 2022, la tasa de desempleo sea mayor, procedería a rever toda la estrategia económica. Por lo tanto, resultaría difícil imaginar bajas tasas de inflación en Argentina siendo que el mundo, como consecuencia directa de la crisis de oferta desencadenada por la pandemia de COVID-19, presenta una persistente inflación elevada y creciente.

Todas las proyecciones hasta acá presentadas, incluso las del propio gobierno argentino, quien reconoce que en cualquier escenario entre acordar o no con el FMI, los costos son indiscutiblemente mayores si no lo hace, son estimaciones basadas en la concreción un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En caso de que no se logre, o de que no se llegue a tiempo, es decir antes del vencimiento del mes de marzo, erogación que se considera impagable según el actual nivel de reservas del Banco Central, el incremento de variables como la inflación será considerablemente mayor, así como la economía sufriría una contracción. Los más optimistas creen que, si Argentina no acuerda con el FMI, la inflación podría ascender al 85,0% durante este año, mientras que los más pesimistas creen que podrían escalar a niveles del 100,0%.