Emergencias cotidianas. La Salud Mental durante la pandemia

Por Leticia Liotti

Durante este año, han llegado innumerables consultas de familias desbordadas por distintas problemáticas consecuencia del contexto sociocultural y económico en este tiempo de pandemia.

Las personas en confinamiento se encuentran en una situación anómala mediante la cual atraviesan una multiplicidad de privaciones. Entre otras cosas, se ponen en jaque las posibilidades de desplegar su autonomía al restringirse el movimiento físico.  A su vez, permanece limitado el contacto social y, frente a ello, el acceso a servicios de asistencia sanitaria. Abunda la privación de elecciones – hecho que acarrea consigo la libertad propiamente dicha-, de desarrollo laboral, actividades recreativas y falta de una rutina regular. Es inevitable que todo esto confluya en la poca predictibilidad sobre el futuro y el sentimiento de falta de control sobre la propia vida.

Cuando lo cotidiano se interrumpe, las actividades diarias que conocimos desde el primer día de nuestras vidas se detienen y aparece el horror vacui (el miedo al vacío). Los sonidos que creíamos tan internalizados que acaso llegamos a ignorar, el ruido ambiental que se recrea a partir de las personas que vienen y van en las calles. El ruido de sus zapatos rozando el asfalto desaparece como si nos viéramos inmiscuidos en una cámara de silencio. Sin las luces, sin la calle, sin el contacto físico y las caras que nos sabíamos de memoria. Los días se hacen largos y se estiran como goma en el calor. Desaparecen las horas y el tiempo se vuelve cíclico, ciego y sordo.

Los niños, víctimas que batallan en la vanguardia de esta crisis, han perdido la posibilidad de ejercer sus roles habituales: escuela, deporte y amigos.  Afectando(se) directamente en la interacción con las personas de su entorno, por ejemplo, abuelos, tíos y algunos Otros (con mayúscula voluntaria) significativos para sus vidas. Las oportunidades para mover su cuerpo quedaron sujetas a las dimensiones de sus hogares.

En las familias, esto ha llegado sin aviso. Los padres han tenido que lidiar con actividades que no solían hacer en relación con la educación sin poner en pausa sus trabajos y quehaceres domésticos. Estos adultos responsables ya no contaban con la misma disponibilidad para compartir tiempo con sus hijos ya que ahora (ellos) debía(n) ser dividido(s) en múltiples tareas y obligaciones – con una carga complementaria de estrés e incertidumbre-.

A partir de este contexto surgieron las emergencias cotidianas en salud mental. Son sucesos capaces de afectar al funcionamiento consuetudinario de una familia, institución o comunidad. Este tipo de crisis comunitaria y/o masiva es una serie de eventos infrecuentes que afectan a muchas personas o a una comunidad entera y que sobrepasan lo que sucede habitualmente en ella; por ejemplo, una catástrofe natural, un accidente ferroviario o aéreo e incluso un atentado- entre muchas otras posibles situaciones-. El caso que nos convoca a todos como comunidad terapéutica es el, lamentablemente, muy renombrado COVID-19.

Esto nos impuso la necesidad de cambios. Para generarlos, es necesario estimular la educación y la comunicación y por supuesto la prevención. La mejor forma de combatir la resistencia es anticiparse a cualquier reclamo generado por falta de información.  Hay que ser parte del cambio y no imponerlo desde afuera. A su vez, es importante generar compromiso y constancia con relaciones positivas y de confianza.

Este enfoque se presenta como una forma sistemática y científica de aproximación y representación de la realidad vista desde una perspectiva holística e integradora donde lo importante son las relaciones y los componentes que a partir de ellas emergen. Por tanto, su estudio y práctica pone especial importancia en la relación y comunicación en cualquier grupo que interaccione, entendido como un sistema. Este enfoque se extiende también a las personas individuales, teniendo en cuenta los distintos sistemas que componen su contexto.

La terapia sistémica entiende los problemas desde un marco contextual y se focaliza en comprender y cambiar las dinámicas de las relaciones (familiares y laborales entre otros). Los roles y los comportamientos de las personas en estos contextos se entienden que están determinados por las reglas tácitas de ese sistema y la interacción entre sus miembros. La visión circular de los problemas está marcada por cómo el comportamiento de un individuo influencia las acciones de otro, que por su parte influye también sobre el primero

La interdisciplinar, el análisis de situación la contención personalizada y la prevención son los pilares fundamentales para el abordaje terapéutico en las crisis cotidianas.

Leticia Liotti es fonoaudióloga neurolinguista. Directora del Instituto Burgos. Además integra el Grupo de Especialistas en neurodiversidad (GEN): un grupo de profesionales dedicado la contención de los aspectos emocionales, conductuales, sensoriales, motores, comunicativos, académicos de las personas con o sin patología previa.