Pfizer impulsa el debate de las dosis de refuerzo contra la COVID-19 con un nuevo estudio

EE. UU., 1 AGOT. 2021 (The New York Times) — Pfizer informó el miércoles 28 de julio que el poder de su vacuna de dos dosis contra la COVID-19 disminuye ligeramente con el tiempo, sin embargo ofrece una protección sólida y duradera contra las complicaciones graves. La compañía sugirió que una tercera inyección podría mejorar la inmunidad, pero determinar si esos refuerzos serán necesarios es un tema que está lejos de estar resuelto y ha generado un intenso debate entre los científicos.

Hasta ahora, los funcionarios federales de salud en Estados Unidos han dicho que los refuerzos para la población general son innecesarios. Y los expertos cuestionan si las personas vacunadas deberían recibir más dosis cuando todavía hay tantas personas que no se han inmunizado.

“En este momento no hay suficiente evidencia para respaldar que eso sea el mejor uso de los recursos”, dijo Natalie Dean, bioestadística de la Universidad Emory en Atlanta.

A pesar de eso, los hallazgos plantean preguntas sobre qué tan bien la vacuna Pfizer evitará los contagios en los próximos meses. Y con el aumento de los casos de coronavirus en muchos estados de EE. UU., los datos pueden influir en las deliberaciones del gobierno de Joe Biden sobre la inyección de refuerzos para las personas mayores.

Si las terceras dosis son autorizadas para la población general, los refuerzos probablemente representarían un negocio multimillonario para Pfizer.

En un estudio publicado en línea pero que aún no ha sido revisado por pares ni se ha publicado en una revista científica, los científicos de Pfizer y BioNTech informaron que la vacuna tenía una tasa de eficacia altísima de alrededor del 96 por ciento contra la COVID-19 sintomático durante los primeros dos meses después de la segunda dosis. Pero esa cifra disminuyó en aproximadamente un 6 por ciento cada dos meses después de eso, cayendo al 83,7 por ciento después de cuatro a seis meses.

Sin embargo, contra las complicaciones graves, la eficacia de la vacuna se mantuvo estable en alrededor del 97 por ciento.

“Esta caída es muy leve, no diría que está disminuyendo”, dijo Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale. Ella no detectó en el nuevo estudio ninguna evidencia de que los refuerzos deberían usarse para la población general. “Estos datos no respaldan la necesidad de implementarlos en este momento”, dijo.

Los hallazgos concuerdan con lo que los científicos han aprendido sobre la manera en la que el sistema inmunitario se defiende de los virus. Los anticuerpos son la única defensa para prevenir una infección, pero sus niveles generalmente bajan en los meses posteriores a la vacunación o a la recuperación de la enfermedad. Si el coronavirus se afianza, las células inmunitarias pueden atacar para destruir las células infectadas y producir nuevos anticuerpos.

Esa defensa duradera producida por la vacuna puede explicar cómo el virus a veces puede reproducirse en la nariz, produciendo un resfriado o dolor de garganta, pero no llega al pulmón, donde puede causar una enfermedad grave.

“Todos los componentes de la vacuna pueden combatir esa propagación que, en última instancia, conduce a una enfermedad grave”, dijo Iwasaki. “Eso probablemente no esté disminuyendo en absoluto”.

El periodo de estudio terminó antes del surgimiento de la variante delta, la versión altamente contagiosa del virus que ahora prevalece en Estados Unidos y hace que las vacunas sean un poco menos efectivas contra la infección.

Los hallazgos provienen de 42.000 voluntarios en seis países que participaron en un ensayo clínico que Pfizer y BioNTech comenzaron en julio pasado. La mitad de los voluntarios recibió la vacuna, mientras que la otra mitad recibió un placebo. Ambos grupos recibieron dos dosis espaciadas por tres semanas.

Los investigadores compararon la cantidad de personas en cada grupo que desarrollaron síntomas de COVID-19, que luego fue confirmada por una prueba del virus. Cuando las empresas anunciaron su primer lote de resultados, la vacuna mostró una eficacia contra la COVID-19 sintomático del 95 por ciento.

En otras palabras, el riesgo de enfermarse se redujo en un 95 por ciento en el grupo que recibió la vacuna, en comparación con el grupo que recibió el placebo. Ese resultado, el primero de cualquier vacuna COVID-19, produjo una gran esperanza en diciembre cuando se estaba gestando la que sería la mayor ola de la pandemia.

Desde entonces, la vacuna Pfizer-BioNTech constituye la mayoría de las inyecciones que han recibido los estadounidenses, con más de 191 millones de dosis administradas hasta ahora, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés).

En el nuevo estudio, los investigadores monitorearon a los voluntarios durante seis meses después de la vacunación, hasta el 13 de marzo. Durante todo ese periodo, según los investigadores, la eficacia de la vacuna fue del 91,5 por ciento contra la COVID-19 sintomática. (La investigación no midió la tasa de infecciones víricas asintomáticas).

Pero dentro de ese lapso de tiempo, la eficacia disminuyó gradualmente. Entre una semana y dos meses después de la segunda dosis, la cifra fue del 96,2 por ciento. De dos a cuatro meses después de la vacunación, la eficacia se redujo al 90,1 por ciento. Cuatro meses después de la vacunación, hasta el límite de marzo, la cifra fue del 83,7 por ciento.

Sin embargo, esas cifras aún muestran que la vacuna es notablemente eficaz por lo que es posible que no se convenza a los críticos de que las dosis de refuerzo son necesarias para la población en general.

El estudio llega inmediatamente después de que Israel divulgara unos datos que sugieren que la protección de la vacuna Pfizer-BioNTech puede estar disminuyendo en ese país. Pero los expertos han rechazado la prisa por aprobar un refuerzo allí. Los datos tienen demasiadas fuentes de incertidumbre, dicen, para hacer una estimación precisa de cuánto ha disminuido la efectividad. Por ejemplo, el brote provocado por la variante delta afectó primero a partes del país con altas tasas de vacunación y luego a otras regiones.

“Ese análisis aún es muy incierto”, dijo Doron Gazit, físico de la Universidad Hebrea que analiza las tendencias de COVID-19 para el gobierno israelí.