Olímpicos de Tokio: comienza una justa bajo el asedio de la pandemia y rodeada de polémica

TOKIO, JAPÓN, 23 JUL. 2021 — La espera terminó: un año exacto después de la fecha original, Olímpicos de Tokio encienden su pebetero. Lo que no termina es la incertidumbre que ha caracterizado el último año, en medio de polémicas, despistajes, atletas inhabilitados o en aislamiento por el Covid-19, y un ambiente de opinión pública totalmente adverso.

Pocas veces los Juegos Olímpicos se han encontrado con un clima tan hostil. La situación sanitaria en Japón, donde se ha avanzado poco en el proceso de vacunación y a dos días de la apertura de la competición alcanzó un nuevo pico de contagios diarios en Tokio, ha provocado un generalizado rechazo hacia la justa.

Las 1.979 detecciones del jueves, a un día de la apertura, representan la mayor cantidad de casos nuevos en un solo día desde mediados de enero. Las autoridades sanitarias proyectan que esa cifra alcanzará un nuevo máximo de entre 2.000 y 2.500 para el día de la inauguración, una cuota que Tokio no llegó a tocar ni en las peores jornadas del inicio de la pandemia.

De los 40 dignatarios internacionales que se esperaba asistieran como testigos de excepción de una apertura que se realizará sin público, solo 15 lo harán, y patrocinadores como Toyota han retirado su publicidad alusiva a los Juegos, para evitar herir la susceptibilidad de ese 80% de la población que de acuerdo con encuestas rechaza la decisión de seguir adelante con la justa.

La Villa Olímpica, un lugar no tan “seguro” como prometían

Los Juegos Olímpicos fueron aplazados el 24 de marzo de 2020, debido a la pandemia, convirtiéndose en los primeros de la era moderna que son postergados no debido a un conflicto bélico y también en los primeros que no se disputan en año bisiesto.

16 meses después, la situación en Japón no ha mejorado sustancialmente, con una tasa de vacunación de 23,29%, que ubica al país como una de las economías desarrolladas que más lento avanza en la búsqueda de la inmunidad.

Por si fuera poco, las afirmaciones del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, de que la Villa Olímpica sería el “lugar más seguro de Tokio” resultaron superadas por la realidad. Una semana antes de la inauguración, cuando aún el porcentaje de ocupación era mínimo, se registraba el primer caso de Covid-19 en el recinto.

A un día de la apertura, el número de contagios de personas relacionadas con el evento se elevaba a 92, cerca de una docena de ellos en la Villa Olímpica, y más de 70 atletas y oficiales se encuentran en aislamiento por haber tenido contacto cercano con infectados.

Tres atletas (la taekwondista chilena Fernanda Aguirre, la skater de Países Bajos Candy Jacobs y el jugador de voleibol de playa Taylor Crabb de Estados Unidos) han quedado definitivamente fuera de los Juegos Olímpicos, debido a sus resultados positivos, y el jueves la delegación de cinco atletas de Guinea decidió no viajar a Tokio por el “resurgimiento de variantes de Covid-19”, según indicó el ministro del Deporte, Sanoussy Bantana Sow.

La abanderada de Turquía, la capitana de la selección de voleibol Eda Erdem, no podrá desfilar este viernes, pues se encuentra en aislamiento preventivo luego de haber estado en un vuelo en el que se detectó un positivo y la poderosa selección de gimnasia artística de Estados Unidos abandonó la Villa Olímpica por temor a que un eventual brote afecte su camino al oro.

Muchas estrellas sí estarán presentes en Tokio 2020

A pesar de todos los precedentes negativos, la mayoría de las grandes figuras del deporte ha decidido decir presente en los Juegos Olímpicos, entre ellos las estrellas de la gimnasia Simone Biles, de la natación Caeleb Dressel o del tenis Novak Djokovic.

Aquellos que han dado un paso al costado, como decenas de tenistas, golfistas, futbolistas y jugadores de la NBA, lo han hecho argumentando lesiones, necesidad de descansar o de preparar su temporada, pero ninguno se ha retirado por temor a que Tokio 2020 sea una fuente de contagio de Covid-19, como sí sucedió de cara a Río 2016, cuando el entonces cuarto del ranking mundial de golf, el irlandés Rory McIlroy, explicó que no participaría debido al zika.

“Mi salud y mi familia están por encima de todo“, explicó en esa oportunidad McIlroy, quien irónicamente cinco años después sí atendió el llamado de Tokio 2020.

Los atletas se enfrentan en la capital nipona a un entorno completamente atípico: pruebas diarias de Covid-19 en la Villa Olímpica, aplicaciones para monitoreo de movimientos, escenarios sin público y autopremiación, pues por primera vez ellos mismos tomarán sus medallas de bandejas y se las colgarán, como parte de las medidas biosanitarias para restringir al mínimo los riesgos de contagios.

Además, se han tomado previsiones para que la estructura y el espíritu de las competencias no se afecte por eventuales positivos, como asignar el mínimo reconocimiento al que aspiraba un atleta que resulte contagiado en instancias decisivas, o incluso, dependiendo de la naturaleza del deporte, reactivar a otros ya eliminados ante la ausencia de un infectado.

Medalla de oro a la polémica

Para no desentonar con el talante controversial de toda la ruta, uno de los directores artísticos de la ceremonia inaugural, Kentaro Kobayashi, se vio obligado a renunciar el jueves, ante las protestas por unos comentarios suyos sobre el Holocausto en un espacio humorístico.

Dos días antes, el compositor de parte de la música de la apertura, Keigo Oyamada, presentó también su dimisión luego de que saliera a la luz una entrevista de hace 25 años, en la que reconocía haber acosado en su época colegial a compañeros de clase, incluyendo algunos con discapacidad, “sin ningún arrepentimiento”.

En febrero, el presidente del Comité Organizador Yoshiro Mori también se vio forzado a renunciar, tras las protestas por unos comentarios suyos que fueron considerados misóginos, y ni siquiera el primer ministro que llevó adelante la mayor parte de la puesta a punto de los Olímpicos, Shinzo Abe, pudo ver su obra terminada, y abandonó el poder hace un año por problemas de salud.

Contra viento y marea, Tokio 2020 es oficialmente una realidad, aunque hasta el momento en que se extinga la llama, probablemente la amenaza seguirá vigente.