El Ejército de Myanmar detiene a la líder Aung San Suu Kyi y toma el control del país

Desde China hasta Estados Unidos se pronunciaron sobre la toma del poder por parte de los militares tras detener a la líder del Gobierno, Aung San Suu Kyi. Mientras para los países occidentales esto representa un golpe a la democracia en transición, el gobierno chino le pidió a los múltiples actores birmanos que manejen “adecuadamente sus diferencias”.

El Ejército de Myanmar detiene a la líder Aung San Suu Kyi y toma el control del país

MYANMAR, 1 FEB 2021 – Mediante un comunicado en la televisión oficial, el Ejército de Myanmar confirmó la detención la líder birmana y otros altos funcionarios como respuesta a lo que califican de “fraude” en las elecciones de noviembre. Los militares declararon el estado de emergencia e informaron que asumen el poder por un año, bajo el liderazgo de Ming Aung Hlaing, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

El Ejército de Myanmar dio un nuevo golpe a la endeble democracia de Myanmar. Los militares de ese país, de gran influencia en el poder, confirmaron la detención de la líder del Gobierno, Aung San Suu Kyi, y otras figuras de su gabinete.

A través de la cadena de televisión que es propiedad de los militares, el Ejército birmano informó que los arrestos respondieron a lo que calificaron de “fraude” en las elecciones parlamentarias del 8 de noviembre, que le dieron una abrumadora victoria a la hasta ahora gobernante Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés).

Tras estas detenciones, los militares comunicaron la declaración del estado de emergencia y la toma del control del país por un año. El poder fue entregado al general mayor Ming Aung Hlaing, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

La información de las detenciones de Suu Kyi, del presidente Win Myint y de otras figuras del Gobierno birmano había comenzado a circular en las primeras horas del lunes 1 de febrero y fue confirmada por Myo Nyunt, portavoz de la NLD, a la agencia de noticias Reuters.

“Quiero decirle a nuestra gente que no responda precipitadamente y quiero que actúen de acuerdo con la ley”, había agregado Nyunt, quien confesó que también esperaba ser detenido. Reuters intentó contactarlo de nuevo y no pudo.

Además, las líneas telefónicas y móviles de Naipyidó, la capital del país, y de Rangún, la ciudad más grande de la nación, sufrieron cortes en las primeras horas del lunes 1 de febrero en la nación del sur de Asia, la conexión de Internet padeció una caída al 75% de su capacidad habitual -según el observatorio NetBlocks-, mientras que la televisión MRTV informó a través de Facebook que no podía iniciar su transmisión debido a problemas técnicos.

En tanto, testigos consultados telefónicamente por Reuters dijeron que soldados fueron desplegados fuera del ayuntamiento de Rangún y que vehículos militares recorrían la zona.

Asimismo, un legislador de la NLD, que pidió no ser identificado por temor a represalias, aseguró que otro de los detenidos era Han Thar Myint, miembro del comité ejecutivo central del partido.

La Casa Blanca amenaza con “medidas” contra Myanmar

Tras conocerse la detención de la líder Aung San Suu Kyi, el Gobierno de Estados Unidos, liderado por el presidente Joe Biden, advirtió sobre represalias en caso de que Myanmar cambie de rumbo.

“Estados Unidos se opone a cualquier intento de alterar el resultado de las elecciones recientes o impedir la transición democrática de Myanmar, y tomará medidas contra los responsables si no se revierten estos pasos”, indicó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en un comunicado. 

Previamente, en una de las primeras reacciones internacionales, la ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Marise Payne, se mostró “profundamente preocupada” por la situación.

“Pedimos a los militares que respeten el estado de derecho, que resuelvan las disputas a través de mecanismos legales y que liberen de inmediato a todos los líderes civiles y otras personas que han sido detenidas ilegalmente”, advirtió.

Una escalada de tensiones que confirmó los peores temores

Estos episodios ocurren luego de una escalada de tensión entre el Gobierno civil y las cúpulas militares, que venían denunciando supuestas irregularidades en las elecciones parlamentarias celebradas el 8 de noviembre, cuyos resultados favorecieron ampliamente a la Liga Nacional para la Democracia.

Los datos primero fueron desafiados por el Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión (USDP), la antigua formación gubernamental que había impulsado la anterior junta militar antes de su disolución. Esta formación, gran perdedora de los comicios al lograr solo 33 escaños, llegó a pedir que se celebren nuevas elecciones, bajo la tutela del Ejército.

Precisamente, este lunes 1 de febrero, el nuevo Parlamento surgido de esos comicios debía tomar posesión, con una mayoría aplastante de la Liga Nacional para la Democracia (NLD, siglas en inglés) de Aung San Suu Kyi, que consiguió el 83 por ciento de los 476 asientos del Legislativo.

Desde hace varios días se habían reavivado los temores por un nuevo golpe de Estado en Myanmar. Estos, hoy ratificados, parecían haber sido sofocados el sábado 30 de enero, cuando el Ejército se comprometió a “obedecer la Constitución”.

“Dado que el Tatmadaw (nombre del Ejército birmano) es una asociación armada, debe obedecer la Constitución. Nuestros soldados deben obedecer y respetar la Constitución más que otras leyes existentes”, había señalado la institución castrense en un comunicado.

Los rumores de golpe se habían disparado el martes pasado, cuando el portavoz militar Zaw Min Tun se negó a descartar una toma del poder por parte del Ejército. Versiones que el miércoles pasado se acrecentaron luego de que el jefe del Ejército, Min Aung Hlaing, señalara en un discurso ante personal militar que la Constitución debería ser abolida si no se cumple, lo que se tomó como una amenaza velada.

Estos episodios llevaron al secretario general de la ONU, António Guterres, a expresar su “gran preocupación” por la situación y a la Delegación de la Unión Europea (UE) y varias embajadas, incluida la británica, estadounidense, australiana y de varios países europeos, a rechazar “cualquier intento” de modificar los resultados electorales o “impedir” la transición democrática.

La débil democracia de Myanmar, otra vez en vilo frente al poderoso Ejército

Myanmar estuvo sometido a una dictadura militar de “puño de hierro” entre 1962 y 2011, cuando se inició la transición hacia la democracia. 

Aung San Suu Kyi, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1991, llegó al poder tras una abrumadora victoria electoral en 2015, tras pasar décadas bajo arresto domiciliario hasta su liberación definitiva en noviembre de 2010.

Su figura de luchadora de la democracia se vio dañada a nivel internacional después de que, bajo su Gobierno, se realizaran múltiples operaciones del Ejército que obligaron a miles de integrantes de la minoría rohingya a huir hacia el estado occidental de Rakhine en 2017 y a Bangladesh. Sus políticas de marginación de esa minoría musulmana le valieron críticas fuera del país, pero no minaron su popularidad dentro de él.

Gambia, un país de mayoría musulmana, llevó a Myanmar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para denunciar el “genocidio” por la expulsión de los rohingya, acusaciones que Suu Kyi rechazó como “incompletas y engañosas”, aunque admitió que pueden haberse cometido crímenes de guerra.

Pese a haber logrado la transición democrática, esta nunca logró una gran fortaleza en Myanmar y los militares conservaron un gran influencia en el poder. Fueron ellos quienes redactaron la actual Constitución, que contempla una “democracia disciplinada” y que le otorga grandes concesiones, ya que cuentan con el 25 por ciento de los escaños del Parlamento y los influyentes Ministerios del Interior, Fronteras y Defensa.

Las elecciones del 8 de noviembre fueron apenas las segundas después de más de medio siglo de dictadura militar.

France24, con Reuters y EFE