La UE excluye a Irlanda del Norte de su plan para limitar las exportaciones de la vacuna Covid-19

Los carteles que dan la bienvenida a los conductores de la República de Irlanda a Irlanda del Norte en la autopista principal de Dublín 

30 ENE 2021 – El bloque señaló que el mecanismo europeo que pide a las farmacéuticas en dicho territorio comunitario una autorización para exportar las vacunas a terceros países, el cual empezó a regir desde este sábado, no aplicará entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. 

En la abrupta escalada de la lucha de la UE por asegurar el suministro de vacunas, Bruselas había dicho que activaría cláusulas del Protocolo de Irlanda del Norte para evitar que los fármacos crucen la frontera abierta entre Irlanda, miembro del bloque, y la provincia británica.

Pero, ante la serie de reacciones desatadas en Londres, Belfast y Dublín, la UE publicó un comunicado antes de la medianoche de este viernes 29 de enero, diciendo que garantizaría que el Protocolo de Irlanda del Norte, diseñado para mantener la frontera abierta, no se vea afectado.

El bloque advirtió, sin embargo, que si las vacunas y sustancias activas son enviadas hacia terceros países y fuera del bloque, utilizaría “todos los instrumentos a su alcance” para controlarlo. 

Frente a ello, Irlanda señaló que el cambio de opinión de la UE es bienvenido, pero que se deben aprender varias lecciones.

“El Protocolo no es algo que deba manipularse a la ligera, es un compromiso esencial, ganado con esfuerzo, que protege la paz y el comercio para muchos”, señaló en Twitter el ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, Simon Coveney.

El plan original de la UE tenía la intención de evitar que la frontera abierta entre Irlanda, miembro de la UE e Irlanda del Norte, actuara como una puerta trasera para el suministro de vacunas al Reino Unido.

En medio de las tensiones, el primer ministro británico, Boris Johnson, le expresó a la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, su preocupación ante la medida, mientras que el primer ministro irlandés, Micheál Martin, dialogó con ambos para intentar encontrar una solución.

En un trino publicado a última hora el viernes, Von der Leyen afirmó que había hablado con Johnson: “Acordamos el principio de que no debería haber restricciones a la exportación de vacunas por parte de las empresas en las que están cumpliendo responsabilidades contractuales”.

Alimentando la tensión

La campaña de vacunación masiva más rápida de la historia está avivando las tensiones en todo el mundo, a medida que las grandes potencias compran dosis a granel y las naciones más pobres intentan navegar por un minado campo financiero y diplomático para recolectar los suministros que quedan.

La UE, cuyos estados miembros están muy por detrás de Israel, Reino Unido y Estados Unidos en el despliegue de vacunas, está luchando por conseguir suministros justo cuando las mayores farmacéuticas ralentizan las entregas al bloque debido a problemas de producción.

La farmacéutica AstraZeneca ha quedado en la mira después de anunciar desde la semana pasada que no lograría entregar las vacunas prometidas a la UE en marzo, debido a problemas de producción presentados en su planta en Bélgica.

La advertencia de la compañía enfureció a Bruselas, que ha exigido saber la razón por la cual no pueden desviar suministros de sus plantas británicas, que han estado produciendo millones de dosis para ciudadanos de Reino Unido. 

Hasta el momento, Reino Unido cuenta con su propia cadena de suministro por parte de AstraZeneca, incluida su implementación en Irlanda del Norte, pero lleva a cabo labores de importación de la vacuna de Pfizer desde una fábrica en territorio belga. 

La Comisión Europea acordó un plan más amplio para controlar las exportaciones de vacunas del bloque, incluso a territorio británico, argumentando que necesitaba hacerlo para garantizar sus propios suministros.

Pero el intento fallido de la UE de utilizar el Protocolo de Irlanda del Norte provocó rechazo en dicho territorio, tanto así que incluso la primera ministra, Arlene Foster, describió la medida como un “increíble acto de hostilidad”. (France24)