No son los alimentos que suben, son los salarios que se caen por la emisión monetaria

El enfoque de la inflación tiene dos miradas, según el lugar del que se lo analice

No son los alimentos que suben, son los salarios que se caen por la emisión monetaria, aseguró Roberto Cachanosky

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, 28 ENE 2021. Por Roberto Cachanosky – Durante la campaña electoral el presidente Alberto Fernández decía que la gente iba a llenar una plaza pero luego volvía a su casa y veía la heladera vacía. Luego creó la Mesa Contra el Hambre, convocando a figuras de diferentes sectores. Ya en 2019 se sancionó una ley de emergencia alimentaria, con legisladores llorando por la gente que pasaba hambre pero costando fortunas sus cargos en el Congreso.

También el presidente habló de bajar la tasa de interés de las LELIQs y con lo que se iba a ahorrar en el pago de intereses de LELIQs y Pases le iba a pagar los remedios a los jubilados y que entre los jubilados y los bancos, se quedaba con los jubilados.

Lo cierto es que Cambiemos dejó un stock de deuda entre LELIQs y Pases de $ 1 billón y en diciembre 2020 ese stock llegaba a los $ 2,7 billones. Desde el gobierno hablan mucho de la timba financiera y del endeudamiento de Cambiemos, lo cual fue cierto, pero ellos terminaron aumentando un 170% la deuda del BCRA con los bancos. Digamos que multiplicaron por 3 la “timaba” financiera al tiempo que les licuaron los ingresos a los jubilados con el cambio de fórmula de ajuste.

Pero ahora están preocupados por el aumento de los alimentos, en particular con el tema de la carne vacuna. Pero la realidad es que los alimentos no están caros, son los salarios reales que fueron pulverizados por la política monetaria expansiva del gobierno debido al enorme déficit fiscal.

De todas maneras, no fue Alimentos y Bebidas el rubro que más aumentó en 2020.

De acuerdo a los datos del INDEC, los rubros que más aumentaron durante 2020 fueron, en primero lugar Prendas de Vestir y Calzado, luego, Recreación y Cultura y recién en tercer lugar aparece alimentos y bebidas con un incremento del 42%.

De todas maneras, el gobierno parece estar apuntando los cañones hacia la carne vacuna. El argumento que siempre usan es que hay que desacoplar los precios internos de los precios internacionales, para eso se está buscando la forma de llegar a un acuerdo con los productores de carne vacuna e incluso el presidente llegó a afirmar que no entendía por qué un bife de chorizo costaba más en Argentina que en Alemania.

Buscar responsables en el exterior siempre es más fácil que reconocer las culpas propias. En primer lugar, del total de carne vacuna que se faena, se exporta aproximadamente el 27%. En 2020 se faenaron 3.233.492 de toneladas de res con hueso. Por otro lado, no todos los frigoríficos están habilitados para exportar, con lo cual cuando faenan, los cortes que se exportan quedan todos para el consumo de mercado interno. En otras palabras, no necesariamente restringiendo las exportaciones o separando el mercado interno de carne vacuna del mercado internacional los precios de la carne van a bajar.

El problema que tiene el gobierno es que está depreciando la moneda a paso acelerado. Si se considera que el déficit financiero en 2020 fue de $ 2,3 billones, incluyendo el invento contable de las rentas de la propiedad, tenemos que el 91% del déficit fiscal se financió con emisión monetaria que fue lo que le transfirió el BCRA al tesoro vía utilidades y adelantos transitorios, como puede verse en el gráfico 2.

El tema es si en este 2021 el gobierno podrá dominar el desborde fiscal que tuvo en 2020. Si se quitan las rentas de la propiedad, el déficit fiscal representa el 9,5% del PBI. Los llamados gastos sociales representaron el 64,3% del incremento de los gastos corrientes, es decir $ 1,7 billones de los cuales IFE y ATP representaron $ 460.000 millones. Suponiendo que este 2021 no se otorgan esos subsidios, el déficit fiscal bajaría 1,8% del PBI. Aunque la economía se reactive solo por una cuestión estadística, la recaudación no mejoraría tanto como para reducir notablemente el déficit fiscal. Y todavía hay que sumar gasto cuasifiscal, cerca de 3% del PBI, el déficit de las provincias y los municipios.

De lo anterior se desprende que si quieren bajar el déficit fiscal deberían reducir las transferencias a las provincias que no corresponden por coparticipación federal que representaron el 8% del aumento del gasto corriente y los subsidios económicos que explicaron el 14% también del aumento del gasto corriente. O sea, tendrían que meterse con las provincias y subir las tarifas de los servicios públicos en un año electoral para amortiguar algo el déficit fiscal y no emitir tanta moneda como este año.

En definitiva, no es que están subiendo los alimentos, sino que se está depreciando rápidamente el peso  como consecuencia de la emisión monetaria que licúa los salarios, producto de un enorme déficit fiscal que es consecuencia del populismo que aumentó el gasto público.

Obviamente que el gobierno culpará a la pandemia por el déficit fiscal, pero la realidad es que lo números fríos muestran que los IFE y los ATP no explican semejante desborde fiscal y monetario.

El gobierno tiene que entender que lo que hicieron en el período k anterior no es repetible. Es más, heredaron su propio problema que fue aumentar el gasto público consolidado en un 50% y ahora lo tienen que afrontar sin financiamiento externo, sin moneda y sin crédito interno.

El kirchnerismo se encuentra frente al monstruo de gasto público que él mismo creó en la época del viento de cola, con el problema que ahora no hay ni una brisa que los ayude a dominar semejante gasto. Y decirle a la gente que no hay más plata para repartir no está en el ADN del kirchnerismo, y menos en un año electoral.

Enorme desafío para un gobierno que no genera confianza para poder crecer y no sabe hacer otra cosa que gastar lo que no tiene.

Conclusión, ya no es que la heladera estará vacía. Directamente no habrá heladera si no hay un giro de 180 grados en la política económica y en el discurso político también, si es que la gente les cree el cambio de discurso.

Economía para Todos