Alicia Tojeiro, la mejor profesora de primaria de España, enseña a escuchar

«El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro»

ESPAÑA, 13 ENE 2021 – La profesora Alicia Tojeiro enseña en un colegio público de Oleiros (A Coruña) y acaba de ser reconocida como la mejor profesora de primaria de España por la metodología y enfoque que aplica en el aula a alumnos de 10 años, que consiste en “escuchar con el corazón”, es la “enseñanza del ser y del saber”.

“Los niños van felices a clase, disfrutan aprendiendo, son solidarios, investigan, aprenden haciendo, sintiendo y compartiendo”, explica Tojeiro en una entrevista con Efe, en la que subraya que su premio lo “ha ganado la escuela del corazón que demuestra que los niños van felices a clase y que se puede aprender jugando, que es divertido, y que no hay educación sin familias”.

No obstante, Alicia Tojeiro (Vigo, 1978) aclara que “el primero que tiene que ir feliz a la escuela es el docente, para que pueda transmitir esa ilusión”. “Hay que creer en lo que haces, hace falta humanidad, estar abierto a la comunicación, al respeto”, sostiene esta profesora del CEIP Plurilingüe Isidro Parga Pondal, donde mantiene una relación “horizontal” con los padres y los niños.

Precisamente, los padres de sus alumnos fueron los que presentaron su candidatura al Premio Educa Abanca, en esta cuarta edición por tercera vez, en la que Alicia se ha impuesto a profesores de toda España y en la que ha conseguido un diploma de reconocimiento, una estatuilla y mil euros, que con toda probabilidad destinará a sus proyectos educativos.

Los padres de sus 17 alumnos de quinto de primaria, a los que enseña por proyectos ciencias naturales y sociales, matemáticas, lengua y valores, contribuyen en las tareas que necesite el aula, como por ejemplo reformarla, e interactúan diariamente con Alicia, mucho por teléfono, por lo que “al final te quieren”, es una comunicación constante sobre los niños y sus circunstancias.

Un día cualquiera de cualquier mes los escolares entran en el aula y bailan, eligen la música, después uno de ellos ejerce de “doctor corazón” y pregunta a los demás cómo se encuentran, empatizan y desarrollan sus capacidades intra e interpersonales.

El espray de la alegría o la goma de borrar malos pensamientos son algunas de las herramientas que emplean estos niños y que la pandemia por covid ha obligado a guardar en un cajón, por lo que “este año simplemente nos escuchamos y hablamos”. Simplemente.

El horario de esta clase se altera en función de variables como pueden ser las prioridades de los propios niños, pero “siempre se empieza hablando, bailando y escuchando”. Después viene el contenido, las materias, que Alicia traduce de lo abstracto a lo práctico, por ejemplo, en el diseño de una protectora de animales tienen que calcular el perímetro y el área, y primero manipulan una cuerda, hablan de superficie, y después llegan los cálculos.

La creatividad, el talento, los múltiples momentos en esta clase para enseñar y también para inventar, crear, individualmente, en parejas y en grupos, tienen una única premisa, “la idea siempre es tocar el corazón, emocionar, porque una vez que emocionas el cerebro se activa”.

Estos niños comparten inquietud por un objetivo común con sus diversas capacidades para buscar un fin social, ayudar a alguien, pensando en la educación como transformadora del mundo, como un proyecto centrado en hacer un bien a la comunidad que han logrado plasmar en un reconocido juego, Limpiamundos, en colaboración con Crecer Creando de A Coruña, o Limpiacovid.

El aula ha de adaptarse a este enfoque pero, añade, “no todos los profesores están dispuestos, muchos están presionados por los contenidos, se impone el miedo, la rigidez de pruebas estandarizadas, es por eso que la gente no arriesga tanto”.

Como madre de un niño escolarizado en un colegio privado, Alicia reconoce que sufre porque “siento que remo sola”. “Cuando tu hijo no cumple el patrón estipulado por el sistema educativo, a veces remas sola, los docentes deberíamos pensar que estamos construyendo y que es un proceso largo”.

A sus alumnos les inculca fuerza y por eso no los frena ni el covid, “hay que ser resiliente”, asegura, y ejercer como “limpiamundos”, su oportunidad para ayudar a superar esta situación, y con humor pusieron en marcha el proyecto del Jarabe de la risa para ayudar a sobrellevar ese momento a otros niños.

“Les animo a que aprovechen cada día en clase, cada minuto, hay que empoderarlos y no hay que tener miedo”, sostiene la profesora por si hubiera otro confinamiento.

Por el momento, la trepidante y entrañable historia del perro Quin y el respeto a los animales, el libro sobre ortografía con humor y rimas y las numerosas iniciativas de esta profesora y de sus alumnos para aprender y sobre todo para ayudar han recibido un merecido premio que, sin duda, será el primero.

Por Elizabeth López