Dos alumnas que transformaron en oro los basurales

SANTA FE, ARGENTINA, 7 DIC 2020. Por Mauro L. Muñoz (El Litoral) – Martina Wagner y Nerina Haberkon resultaron ganadoras de la medalla dorada en la Olimpíada de Geografía de la República Argentina. Su trabajo trató sobre la acumulación de residuos sólidos urbanos en la capital provincial. Entre los principales aspectos del proyecto, mencionaron el manejo ineficiente y el desinterés social que existen sobre los desechos y su impacto en el medio ambiente, dijo el diario El Litoral.

Las ciudades ricas del futuro serán las que sepan darle valor a su basura, dándole un trato eficiente y reutilizándola de forma adecuada.

Buscando aportar conocimientos en esta tarea esencial se embarcaron dos jóvenes santafesinas, Nerina Haberkon y Martina Wagner, quienes obtuvieron la medalla dorada en las Olimpiadas de Geografía, por su proyecto “Ojos que no ven… medio ambiente que lo siente”, donde investigaron los peligros de los basurales a cielo abierto en el ecosistema local y el modo en que el reciclaje puede hacer que nuestra casa común sea un lugar sostenible, generando empleo, ahorrando recursos y protegiendo el clima. 

Obteniendo una calificación de 94 sobre 100, Nerina y Martina, estudiantes de 5to año de Economía y Administración en la escuela Dante Alighieri, se coronaron campeonas en la instancia nacional del programa educativo, culminando una investigación que comenzaron a finales de 2019, pero que se vio interrumpida por la pandemia. Gracias a su dedicación y el acompañamiento de la profesora María Victoria Carignano, pudieron transformar en oro esta grave problemática local.

Frente a las dificultades surgidas por el coronavirus, que les impidió encontrarse dentro de la escuela como lo hacían habitualmente, decidieron organizar una serie de actividades junto a su docente, compartiendo documentos online y realizando videoconferencias de apoyo. 

“Estuvimos en duda de continuar por todas las complicaciones que fueron surgiendo. Incluso, algunas compañeras que se habían anotado terminaron dejando. Las vacaciones de invierno nos las tomamos para buscar más información y completar el trabajo”, comentaron las jóvenes a El Litoral.

Camino a la medalla, pandemia mediante

 Entre las distintas categorías entre las que se divide la olimpiada, las jóvenes optaron por la modalidad colectiva, en la que debieron realizar un proyecto de investigación escolar. A lo largo de dos instancias colegiales y una nacional, debieron superar un piso de puntajes que les permitió llegar hasta la última etapa. Debido a los protocolos sanitarios, el examen final, realizado en la sede de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, consistió en una exposición a distancia. Para ello, montaron un stand casero en uno de sus hogares para defender su trabajo y responder la requisitoria del jurado vía webcam. 

“Le dedicamos mucho al proyecto. Fue como hacer una tesis donde todo cuenta, desde la elección del tema hasta el título. El armado del trabajo de campo fue lo que nos llevó más tiempo”, explicó Nerina, a la vez que destacó la importancia de mantenerse motivadas para seguir frente a los inconvenientes lógicos de la pandemia.

Para participar, los estudiantes participantes deben optar por diferentes ejes. Nerina y Martina se decidieron por el aspecto social y económico de la geografía, tratando la problemática de los basurales a cielo abierto en el ecosistema santafesino. 

“Soy fan del medio ambiente, así que de entrada me pareció que era un buen tema. Pero como siempre buscaba información a escala global, me pregunté por qué no indagar sobre lo que pasaba acá, en la ciudad”, dijo Nerina. Mientras, Martina confesó que “no estaba tanto en el tema, pero fui cambiando mi mirada a medida que empecé a encontrar información y conocer de cerca lo que pasa”.  

En su hipótesis, plantearon la vulnerabilidad de nuestra ciudad respecto del manejo ineficiente de los residuos sólidos urbanos. Como fundamento, elaboraron un marco conceptual y legal a partir de lectura de textos, recorridos por distintos barrios, entrevistas con especialistas y funcionarios (gracias a la gestión de la profesora Belén Barbero) y la realización de más de un centenar de encuestas. De esta forma, llegaron a la conclusión que existe un elevado grado de ignorancia y desinterés de parte de la sociedad, lo que también dificulta la concreción de acciones y políticas sobre este tema.

“Encontramos que en Santa Fe todavía tenemos mucho por hacer porque, apenas saliendo un poco de las calles del centro, se pueden ver todas las complicaciones que existen. Todos somos parte de la basura, pero no nos damos cuenta. Una vez que sacamos la bolsa, listo, nos olvidamos”, describió Nerina.

“Para mejorar tenemos que entender que cuestiones teóricas como un basural, que solemos pensar como una montaña enorme de residuos, son en realidad mucho más cercanas. Por ejemplo, la formación de microbasurales, que surgen de forma espontánea y que causan daños muy grandes en el ecosistema en el que todos vivimos”, señaló Martina.

“Le dedicamos mucho al proyecto. Fue como hacer una tesis donde todo cuenta, desde la elección del tema hasta el título. El armado del trabajo de campo fue lo que nos llevó más tiempo”, explicó Nerina, a la vez que destacó la importancia de mantenerse motivadas para seguir frente a los inconvenientes lógicos de la pandemia.

Para participar, los estudiantes participantes deben optar por diferentes ejes. Nerina y Martina se decidieron por el aspecto social y económico de la geografía, tratando la problemática de los basurales a cielo abierto en el ecosistema santafesino. 

Pocos recursos, falta de políticas y mucho egoísmo 

El impacto de su trabajo resultó mayor al investigar cómo están abordando el problema los países de vanguardia y compararlo con la realidad local. 

“En las reuniones que tuvimos con funcionarios municipales, nos plantearon que no hay fondos suficientes para tratar este tema. Por ejemplo, en el caso de los residuos electrónicos, si cualquier persona quiere desechar un horno, una aspiradora, una radio o un teléfono, tiene que guardarlo en su casa hasta que se organice alguna campaña”, ejemplificaron. 

Otro punto que destacaron fue el atraso en el marco normativo. “En otra entrevista que tuvimos, el presidente del Concejo Municipal, Leandro González, nos explicó que en reiteradas ocasiones se ha intentado implementar cambios en la recolección de basura, pero que se ven impedidos debido a que las empresas contratadas para brindar el servicio tienen la misma licitación desde 1996”, mencionaron.

Además, las jóvenes plantearon la disyuntiva de qué se debe hacer con los residuos en casos específicos de nuestra ciudad. Entre las distintas complicaciones que encontraron, citaron la situación que se vive en Alto Verde. “El camión recolector solamente pasa por la calle principal, Demetrio Gómez. Si vivís a diez cuadras, tenés que arreglarte para llevarla hasta ese punto. Entonces, la solución sale de los mismos vecinos que son los que después tienen que pagar impuestos por ese servicio”, explicó Nerina.  

Asimismo, mencionaron el manejo ineficiente en el tratado que los santafesinos hacemos de los residuos. Para ello, se informaron sobre la actividad que realiza la organización “Dignidad y vida sana”, encargada de separar los elementos reciclables. 

“Esta es una de las tareas mínimas, en la cual trabajan un montón de personas, pero que resulta dificultosa porque no somos capaces de tomarnos dos segundos para limpiar un recipiente y separar en bolsas distintas lo seco de lo húmedo, haciendo que se pierda gran parte del material y de dinero porque llega todo mezclado”, narraron las jóvenes.

Números que asustan

De toda la información que pudieron recolectar, las alumnas mencionaron que lo que más les impactó fue el volumen de mugre que producimos. “Lo normal es que una persona produzca un kilo de basura por día, y en Santa Fe estamos cerca de generar 250 toneladas de residuos por día. Todo lo que no es reciclado se desecha en el relleno sanitario. Se calcula que nuestro relleno sanitario tiene una vida útil de 12 años, cuando lo que se espera es que tengan 30 años de duración. Tiramos tanta basura que reducimos a la mitad la única opción que tenemos”, advirtieron.

Con multas no alcanza

Al ser parte del colegio Dante Alighieri, tuvieron la oportunidad de realizar el típico viaje de estudios a Italia a fines del año pasado. Allí, vieron de primera mano las duras penas que se aplican a los ciudadanos por una mala gestión de los residuos. “Había cinco bolsas para distintos días de la semana. Si no se cumplía, la multa era de hasta cien euros. Eso te hace pensar antes de actuar”, sostuvieron. Al contrastar con la realidad local, las jóvenes explicaron que sería difícil plantear el mismo escenario, debido a las múltiples falencias que existen en nuestro país.

 Cuestión de visibilidad y no de generaciones   

“El problema nace con la revolución industrial, y ahora, en este futuro, nosotros los jóvenes tenemos que encontrar soluciones porque sino va a llegar el momento en que estemos nadando entre la basura”, planteó Nerina frente a la consulta de si consideraban que la conciencia sobre la problemática es un asunto generacional.

Inmediatamente, Martina señaló: “Se piensa que los jóvenes tenemos más conciencia sobre el tema ambiental, pero creo que tiene mucho que ver con las redes sociales. Hoy en día, con el celular podemos encontrar información de distintas partes del mundo y compartirla con todos nuestros contactos”.

Asimismo, Nerina advirtió: “En otro trabajo que tuve que hacer, hicimos una encuesta preguntando sobre la conciencia medioambiental y los resultados nos mostraron que los mayores de 60 son los más preocupados. Quizás, sucede es que las personas más grandes no lo muestran todo el tiempo, mientras que a los más chicos no les importa tanto qué van a decir de eso, es un contenido más dentro de sus redes”.

“Soy fan del medio ambiente, así que de entrada me pareció que era un buen tema. Pero como siempre buscaba información a escala global, me pregunté por qué no indagar sobre lo que pasaba acá, en la ciudad”, dijo Nerina. Mientras, Martina confesó que “no estaba tanto en el tema, pero fui cambiando mi mirada a medida que empecé a encontrar información y conocer de cerca lo que pasa”.  

En su hipótesis, plantearon la vulnerabilidad de nuestra ciudad respecto del manejo ineficiente de los residuos sólidos urbanos. Como fundamento, elaboraron un marco conceptual y legal a partir de lectura de textos, recorridos por distintos barrios, entrevistas con especialistas y funcionarios (gracias a la gestión de la profesora Belén Barbero) y la realización de más de un centenar de encuestas. De esta forma, llegaron a la conclusión que existe un elevado grado de ignorancia y desinterés de parte de la sociedad, lo que también dificulta la concreción de acciones y políticas sobre este tema.

“Encontramos que en Santa Fe todavía tenemos mucho por hacer porque, apenas saliendo un poco de las calles del centro, se pueden ver todas las complicaciones que existen. Todos somos parte de la basura, pero no nos damos cuenta. Una vez que sacamos la bolsa, listo, nos olvidamos”, describió Nerina.

“Para mejorar tenemos que entender que cuestiones teóricas como un basural, que solemos pensar como una montaña enorme de residuos, son en realidad mucho más cercanas. Por ejemplo, la formación de microbasurales, que surgen de forma espontánea y que causan daños muy grandes en el ecosistema en el que todos vivimos”, señaló Martina.