“Ya no hay lugar”: los médicos italianos regresan al infierno de la primera ola del Covid-19

ROMA, ITALIA, 12 NOV 2020 – Superada la línea de los 2.000 contagios diarios a mediados de octubre, los médicos italianos están alarmados por el vertiginoso repunte de muertes e infecciones por Covid-19, una segunda ola que lleva de nuevo al límite el sistema sanitario. La nueva preocupación va más allá de las camas e implementos: el personal sanitario sigue siendo insuficiente, muchos se contagiaron y los que siguen laborando están exhaustos.

“Esta noche he tenido que cerrar las urgencias. Ya no hay lugar. Hemos alcanzado el límite. No sabemos dónde meter a los enfermos. En los últimos diez días, la situación empeoró de una manera vertiginosa”.

El médico Claudio Zanon, director sanitario del hospital católico Valduce de Como, en Lombardía, levanta a ratos los ojos al cielo al hablar del radical empeoramiento de la curva epidémica por Covid-19 en su región. La situación que describe es dramática e incluye también a ciudades vecinas a la suya, todas ubicadas en esta próspera zona cercana a la frontera con Suiza.

“En la ciudad de Monza han pedido la ayuda del Ejército; en Varese un solo hospital acumula unos 300 operadores sanitarios positivos a Covid-19… Es terrible. Somos la nueva Bérgamo”, añade en entrevista, en alusión a esta ciudad italiana (también de Lombardía) que en marzo pasado, durante la primera ola, se hizo conocida mundialmente por ser uno de los epicentros mundiales más mortíferos del nuevo coronavirus.

El mayor problema en este momento, explica, es la falta de personal, en particular de anestesiólogos, porque si bien en general ha bajado la tasa de mortalidad, los contagios detectados ahora son muchos más, operadores sanitarios incluidos.

“En este momento, nuestro problema no son los medicamentos y los materiales, pues nos abastecimos en el verano. Mi dificultad es que el 12% del personal de mi hospital es positivo (por Covid-19) y está en cuarentena. Estamos hablando de unas 70 personas, muchísimas”, añade, al no negar que, en las situaciones de colapso, se abre la posibilidad de la dolorosa decisión de decidir a quién entubar primero. 

El relato de Zanon es reflejo de la magnitud del ciclón que nuevamente y de manera sorpresiva ha caído sobre Italia, un país que pasó todo el verano sin grandes sobresaltos y que hasta octubre mantenía el virus bajo control con rastreos rápidos y un número de pruebas que parecía ser suficiente: unas 180.000 al día sobre una población de 60 millones de habitantes.

No era así. Superada la línea de los 2.000 contagios diarios a mediados de octubre, el colapso ha ido a ritmo de cohete. Tan solo este jueves 12 de noviembre, el país registró 636 personas fallecidas a causa del coronavirus en las últimas 24 horas y 635.054 positivos activos, 37.978 más que el día anterior.

El doctor Filippo Anelli es presidente del Colegio de Médicos de Italia. El miércoles, en rueda de prensa con la Asociación de la Prensa Extranjera, repitió la petición hecha dos días antes al Gobierno de Giuseppe Conte y que no todos en Italia comparten: “Pedimos un confinamiento inmediato de todo el país. El aumento en el número de muertos y el aumento de ingresados a terapias intensivas ya es excesivo”, alertó.

“No hay otra opción que confinar a las personas en casa para impedir que la pandemia se desarrolle aún más”, agregó Anelli, al coincidir asimismo en que uno de los mayores problemas en la actualidad es que, si bien el número de puestos en terapias intensivas en Italia pasó de 5.000 a 11.000 en lo que va del año, el número de trabajadores de la salud sigue siendo insuficiente.

“En lo que concierne al personal, le pedimos al Gobierno contratar a los estudiantes de los dos últimos años de especialización en medicina. Unos 6.000 fueron contratados así pero todavía es un número insuficiente”, detalló Anelli.

Regresan las escenas dantescas

Algunas imágenes que primero circularon en las redes sociales y luego fueron difundidas por la prensa italiana también han dado testimonio de la gravedad de la situación. En uno de los vídeos, las escenas más dantescas tienen como ubicación un hospital de Nápoles (sur), en el que se ven personas amasadas en los pasillos, e incluso el cadáver de un hombre en un baño.

Porque esta segunda ola, si bien sigue golpeando con fuerza al norte de Italia, también ha llegado a los hospitales del centro y sur del país. Donde ahora se espera hasta dos, tres, incluso cinco días antes de obtener un espacio en una unidad de cuidados intensivos (UCI), según conoció esta periodista de familiares de ingresados.

Incluso los hospitales infantiles sienten la hecatombe. Un ejemplo es el Bambin Gesù de Roma, que hace tres semanas tuvo que aceptar a regañadientes —tras una petición del Gobierno regional— abrir un nuevo sector para hacer las pruebas de Covid-19 a los niños, algo que está dejando en la cuneta la atención de otras patologías.

Incluso han aumentado los menores positivos ingresados. De febrero a agosto fueron 80. De septiembre hasta hoy, más de 100.

Personal sanitario, desmotivado y en ‘burnout’

Y los sanitarios ya no se sienten héroes, “padecen de ‘burnout’ (síndrome de estar quemado), se sienten mal, frustrados, desmotivados y angustiados”, como dice Zanon, al señalar que también ha aumentado el número de los que se contagian fuera de los hospitales.

Eso mismo lo describía el virólogo Massimo Galli, director del Hospital Sacco de Milán, una de las grandes ciudades italianas más afectadas por esta segunda ola. “Está siendo muy duro mantener alta la moral de los sanitarios. Nos hemos precipitado de nuevo en una situación similar a la de marzo”, dijo Galli.

En la actualidad, “el índice Rt ha alcanzado el número de 1,7, y hay más de 500 casos por cada 100.000 habitantes”, dijo el lunes Gianni Rezza, director del Departamento de Prevención Sanitaria del Ministerio de Salud de Italia. “La situación está empeorando (…) todas las regiones italianas están siendo afectadas”, subrayó.

También el número de médicos muertos ha vuelto a repuntar. El número total ahora es de 188, dos de los cuales han fallecido en los últimos días; ambos eran médicos de cabecera.