ARGENTINA: En economía los presidentes no pueden hacer el milagro de multiplicar los panes

La singular expansión de dinero por parte del Banco Central generará tensiones sobre los precios de los bienes y servicios y en el tipo de cambio

Durante la campaña electoral y para cuando se salga de la cuarentena, el gobierno insiste con que va a reactivar la economía vía el consumo. Consideran que aumentando el consumo las empresas van a producir más, se va a contratar más gente y la economía va a entrar en un círculo virtuoso de crecimiento económico. Esta fórmula, ensayada infinidad de veces con finales desastrosos parece no tener en cuenta que para poder consumir primero hay que producir. Veamos las opciones.

¿De qué forma puedo aumentar mi consumo? Si sacamos el velo monetario que confunde el análisis e imaginamos una sociedad de trueque, para que yo pueda consumir primero tengo que producir algo que otro necesite y lo quiera intercambiar por lo que él produce. En otras palabras, para que yo pueda consumir, primero tengo que producir algo que me genere un ingreso que me permita comprar. Si no genero ingreso no puedo consumir, lo que significa que si no produzco algo, no puedo consumir.

¿Qué otra posibilidad me cabe para poder consumir? Que alguien me mantenga en forma voluntaria o en forma involuntaria. De alguna manera, la cultura de la dádiva con millones de planes sociales y empleos estatales en los tres niveles de gobierno son mecanismos para que los contribuyentes mantengan a los que, a pesar de no producir nada, puedan consumir. Cuando me refiero a los empleados públicos, lo hago respecto a una inmensa mayoría, pero hay otros empleos públicos que sí generan algún valor agregado. Por ejemplo, fuerzas de seguridad, fuerzas armadas, jueces, etc.

Ese mecanismo de expoliar impositivamente a unos sectores para financiar el consumo de otros se ha usado y se sigue usando intensamente en Argentina. Los efectos de esos mecanismos son: 1) quien paga más impuestos para para que otro pueda consumir sin producir, puede consumir menos. Es decir, el contribuyente consume menos y el que no produce consume. El nivel de consumo es el mismo. No aumenta, 2) el que es expoliado impositivamente tiene menos capacidad de ahorro y por lo tanto puede financiar menos inversión o crédito para el consumo, con lo cual, lo que consume el que no produce se traduce en menor inversión o consumo vía crédito, nuevamente, el nivel de demanda global es el mismo, 3) la creciente presión impositiva para generar más consumo hace que quienes generan ahorro terminen fugando sus capitales a paraísos fiscales, porque siempre es bueno recordar que hay paraísos fiscales porque hay infiernos fiscales de los cuales escapa la gente que trabaja honestamente (y también huyen los políticos que se quedan con lo que no les corresponde). En este caso, el neto es menos consumo interno y el populismo termina haciendo que financiemos el consumo y la inversión de los países a los cuales se fugan los capitales en busca de seguridad jurídica. De manera que por el lado de los impuestos no se ve cómo pueden aumentar el consumo. No hay multiplicación de los panes.

Otra forma de poder consumir sin producir es robando. Puedo mandar a alguien a robar para que me traiga el botín y yo consumir. Obviamente que el que fue robado puede consumir menos y yo puedo consumir más gracias a que me quedo con el botín de la víctima.

¿Cómo funciona eso en una sociedad? Siguiendo a Bastiat en su ensayo La Ley, existe el robo legalizado. La gente recurre al estado para que con el monopolio de la fuerza le quite a otro su patrimonio o su ingreso para que se lo dé a quién no corresponde. Confiscar ahorros en los bancos o en las AFJP no es otro cosa que robo legalizado, cuyo botín los gobiernos lo utilizan para estimular el consumo. Claro que el robo legalizado tiene el mismo efecto que la expoliación impositiva. Contrae el consumo del que es robado y estimula la fuga de ahorros hacia el exterior por la inseguridad jurídica que crea.

Cuando los políticos hablan de fuga de capitales, deberían hablar de defensa de la gente contra el robo legalizado. La gente honesta, que todos los días trabaja y produce, se cansa de ser robada en nombre de la solidaridad social y fuga sus capitales. De manera que con el robo legalizado se puede estimular artificialmente el consumo en el corto plazo. Pero como se roba un stock, alcanza para un tiempo determinado. Cuando se acaba el botín de lo robado para consumir sin producir, hay que salir a buscar otro botín. En Argentina estamos tan agotados de esos robos legalizados que cada vez quedan menos botines líquidos para robar y estimular el consumo.

El último ensayo para estimular el consumo es emitir moneda para financiar consumo artificial. En estos casos el supuesto es que como hay capacidad ociosa que las empresas no utilizan, la emisión monetaria no causará inflación porque, ante la mayor demanda las empresas no subirán los precios sino que responderán con incremento de la oferta. Un supuesto demasiado fuerte sin considerar qué puede pasar con la demanda de moneda, en particular en un país como la Argentina que carece de una moneda en el estricto sentido de la palabra.

Tomemos el cuadro 1 que muestra cómo se determina el poder adquisitivo de la moneda. El caso 1 hay emitidos 10.000 pesos, la demanda de moneda es de 2.000 con lo cual el dinero que circula en el mercado para transacciones es de $ 8.000. Siendo la oferta de bienes de 800 unidades, el precio promedio es de $ 10.

En el gobierno suponen que se va a dar el caso 2. Es decir, aumenta la cantidad de pesos en circulación, la demanda de moneda es constante, con lo cual el dinero que circula para transacciones es de $ 9.000, pero las empresas aumentan la oferta a 900 unidades, con lo cual el nivel general de precios se mantiene en $ 10. Es decir, estimulan la demanda con emisión monetaria sin generar inflación porque las empresas reaccionan ofreciendo más bienes.

Lo que no tienen presente en el gobierno es el caso 3, es decir, emiten para estimular el consumo, pero cae la demanda de moneda por miedo a mayores aumentos de precios, y aunque aumente la oferta de bienes de 800 a 900 unidades, igual el nivel de precios sube a $ 11,5. Tampoco imagina que puede ocurrir el caso 4 en que la oferta de bienes no aumenta ante el estímulo al consumo y al mismo tiempo cae la demanda de moneda llevando el nivel de precios a $ 12,5 y mucho menos imaginan que se puede dar el caso 5 en que emite, cae la demanda de moneda y también cae la oferta de bienes, que es lo que pasó en la hiperinflación.

Hoy no cae la demanda de moneda porque la gente, al estar en encerradas en sus casas, no puede salir a comprar. Hay un aumento de la demanda de moneda forzoso por la cuarentena, sumados al corralito bancario que surge de las restricciones burocráticas establecidas para retirar dinero por la ventanilla de los bancos, pero en cuanto se levante la cuarentena, si siguen emitiendo a este ritmo del 75% de aumento de la base monetaria desde el 10 de diciembre de 2019 hasta el 16 de junio, la demanda de moneda se va a desplomar y los precios se van a disparar porque dudo que la reacción de la demanda de la oferta de bienes sea tan inmediata. Es más, los precios podrían dispararse porque al stock de demanda forzado de moneda ya emitido que puede caer brutalmente, se le agregaría el flujo de la expansión monetaria para estimular el consumo en forma artificial. Es la combinación perfecta para generar una megainflación en un escenario optimista.

En este contexto, sería bueno que el presidente reformulara su alianza política para cambiar el rumbo económico y evitar un caos económico y social de magnitudes insospechadas, porque puedo asegurarle al presidente que en economía no hay multiplicación de los panes. Eso pasa en la Biblia o solo lo hizo Jesucristo. (Economía para Todos/Por Roberto Cachanosky)